Aprendiendo a morir, es lo que hubiera dicho si hace unos días me preguntaran que es lo más radical que podría llegar a vivir.
Hace unos días estuve a punto de no contarlo. Guardaré los detalles para mí, pero viví una experiencia muy cercana a la muerte. Tanto que estuve a una decisión errónea para no salir vivo de esta antes de hora. Aunque bueno, si así hubiera sido, es que entonces era la hora, tocaba saldar las cuentas de vivir.
Solo estoy aprendiendo a morir
Salir de esta ha liberado cosas en mí que estaban enterradas en lo más profundo de mi psique. También me ha ayudado a estar aquí pudiendo contarlo, casi habiendo tocado la pared, rozándola. Sin duda alguna he visto el límite de los límites, al menos de los terrenales, los que creo conocer.
Séneca decía algo así como: «La mayoría de los hombres son débiles y fluyen en la miseria entre el miedo a la muerte y las dificultades de la vida, no están dispuestos a vivir y, sin embargo, no saben cómo morir».
Por otro lado, Platón afirmaba lo siguiente: «Aquellos que se dedican a la filosofía propiamente hablando están ni más ni menos que preparándose a sí mismos para el momento y el estado de la muerte».
Con esto quiero poner énfasis en a importancia de prepararse para la muerte tanto como nos preparamos para llevar una mejor vida. De hecho un extremo depende del otro. Curioso.
A día de hoy puedo decir que sigo aprendiendo a morir tanto como sigo aprendiendo a vivir. Tanto me importa esta tarea que he grabado un podcast explicándolo desde mis propias experiencias en primera y tercera persona.
Notas y recursos del podcast:
«No vamos a salir vivos de esta«