Un cliente no puede (ni debe) comprar tus principios

El viernes pasado encontré una situación en la que poder sobresalir de mí mismo. Una situación que ratificó que no estoy aquí por el dinero y que un cliente no puede comprar mis principios.

La historia

Ocurrió en el mediodía. A las 15h, estábamos esperando una reunión con un posible cliente que contactó siendo referenciado para Stand OUT Program Empresas por un participante de una de las ediciones anteriores. Víctor Ronco, socio y responsable del programa, y yo mismo, estábamos esperando para conectar vía Skype. Víctor entraba desde Barcelona y yo entraba desde Nueva York. Al entrar tuvimos dificultades porque cliente entraba desde el usuario de empresa vía web y nosotros desde APP. Descargamos los complementos para acceder. Víctor entró, pero yo no pude, el complemento del audio no funcionaba y no se instalaba.

Para no perder más tiempo le dije a Víctor que retomara él con el cliente y luego nosotros ya nos coordinábamos. Entonces el cliente le dijo a Víctor que él no estaba ahí para reunirse con él, sino conmigo. Víctor intentó explicarle, el cliente no atendió a razones. Esto, sumado a una postura bastante inflexible y puntiaguda con horarios en previos emails, además de no querer conectar por ningún otro sitio que no fuera por donde decidía él. Habiendo ofrecido opciones como Zoom, Hangouts, etc. Hizo saltar mi instinto. El cliente empezó a ser rudo con mi socio, amigo, compañero. Él salió de la llamada, por pura dignidad. Entonces, tomé el teléfono y le llamé directamente…

Al llamarle, sin conocernos previamente, empezó una lluvia de culpas y reproches los cuales escuché uno a uno sin decir ni una sola palabra. Al acabar, dijo «bueno, ya estamos aquí, ¿Y ahora qué? ¿Qué tienes que contarme?«… Esto fue lo que respondí:

«____________, el 98,9% de las decisiones que tomo, las tomo basándome en mi instinto. Esta va a ser otra de esas ocasiones. Y mi instinto me dice que tú, la empresa que representas, Stand OUT Program, Víctor Ronco y yo mismo, no vamos a poder trabajar juntos. Tómalo como una cuestión ética y de principios. Te agradezco el interés y la paciencia depositada, pero no va a funcionar. Mucho éxito en vuestras próximas formaciones y proyectos.»

Nos despedimos y colgué el teléfono. Caso cerrado.

Tres lecciones

un cliente no puede comprar mis principios

Primera, cuando una persona trata con desprecio y devaluar a una persona, sea a quien sea, es un claro signo de su forma de ser y su forma de trabajar. Esa persona no merece trabajar ni conmigo ni contigo. Y merecería que hiciera público su nombre y el de su empresa, pero por respeto y paz no haré algo así. Nunca he trabajado, ni trabajaré con alguien así. Prefiero morirme de hambre – algo que no sucederá.

Segunda, cualquiera, y cuando digo cualquiera es cualquiera (sin excepciones) que ninguneé, infravalore o denigre a cualquier persona (sin entrar a mencionar a amigos, equipo, familia, etc.) no es digna de nuestro trabajo, ni del trabajo de nadie. Sin odio por supuesto, ya que al fin y al cabo esa superioridad no es más que un reflejo de su pobre impotencia e inseguridad.

Tercera, di «no» más a menudo, sobre todo cuando sientas que la propuesta, pregunta, petición, demanda o lo que sea, choca aún levemente contra tu sistema de valores.

Un cliente no puede comprar mis principios

No he conocido todavía a un cliente que tenga el suficiente dinero como para comprar mis principios.

La pregunta interesante es ¿Y los tuyos?

Atribución imagen: Francois Decaillet.

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