Si piensas que estás leyendo estas palabras es que no las estás entendiendo.
Si piensas que estás presente es que estás ausente.
Si piensas que estás prestando atención es que estás distraído/a.
Si piensas que controlas tu vida es que eres una marioneta.
Si piensas que eres el mejor es que estás por debajo del resto.
Si piensas que eres imperturbable es que eres altamente susceptible.
Si piensas que eres un maestro es que no tienes la humildad y sabiduría suficiente para ni siquiera aspirar a serlo.
Si piensas que lo sientes es que sientes que piensas y crees algo que no concuerda con tus sensaciones.
Si piensas que tienes tiempo es que vas tarde.
Si piensas que el ego es el enemigo es que tú eres el enemigo del ego.
Si piensas que eres libre es que eres un esclavo de tu propio ideal de libertad.
Si piensas en decidir es que estás dudando.
Si piensas que has tenido éxito es que has fracaso.
Si piensas que es tu vida es que no la estás viviendo.
Si piensas en amar siempre vivirás en la desilusión del desamor.
Si sigues pensando acabarás pensando sin parar.
Y bueno, si piensas demasiado ya sabes lo que pasa, que dejas de vivir lo único que puedes poseer, este instante.
¿Ves? Ya estás pensando otra vez.
Piensas demasiado
¿Qué hacer entonces?
Pregúntate:
- ¿Qué hago cuando no pienso?
- ¿Qué pienso cuando pienso?
- ¿Qué hago cuando estoy haciendo algo?
El maestro Zen Dae Bong Sunim lo repetía varias veces en el podcast-entrevista que mantuve con él: «cuando hagas algo, solo hazlo«
No intentes no pensar, porque pensarás más todavía. Solo, y si quieres realmente vivir, responde a esta pregunta cada vez que estés haciendo cualquier acción: ¿Cómo puedo hacer lo que estoy haciendo solo prestando atención a cada movimiento que compone esta acción que realizo ahora mismo olvidándome de todo lo demás?
Piensas demasiado (y yo también).
Atribución imagen: Creative Ignition.