Si una persona se comporta como un borrego, es un borrego. No importa que el borrego piense que es un león, para nosotros seguirá siendo un borrego. La autenticidad, para mí, es hacer lo que prometiste y prometer lo que dijiste. Es no dejar dudas, es hacerlo, es llevarlo hasta el final. Mucho más potente que «ser quien tu mismo» o «ser quien eres».
La autenticidad viene de hacer
Esto sucede porque «ser» o «yo» es demasiado amorfo y somos muy malos dándonos cuenta de eso. Más malos todavía juzgándolo. La visión interna es casi siempre borrosa. Desde fuera, incluso más confusa. «Hacer», por el otro lado, es un acto que puede ser visto por todos. Esto es más fácil de aceptar por uno mismo (la mejor parte).
Es fácil confundir un comportamiento auténtico con una crisis existencial, he estado ahí varias veces. Además con Internet y este mundo conectado, todavía es más fácil juzgar y valorar la autenticidad engañosa. Aunque no hay problema, si eres inconsistente, nos daremos cuenta.
Leonardo da Vinci estaba lleno de dudas internas. Sin embargo fue un disruptor auténtico, porque siempre actúo como tal.
Hay días que tengo inseguridades, miedos, frustraciones, dudas, de hecho cuánto más avanzo y lejos salto, más grande es todo lo que me perturba. Lo que sucede es que no miro para otro lado, lo abrazo y lo hago mío, lo rodeo con mis brazos y lo vivo, lo transmito y actúo con ello integrado en mí. Esto cambia la interacción interna y externa, evitarlo es matar al genio que todos somos.
Puedes emplear el tiempo preguntándote si lo que dices es lo que realmente eres. ¿La alternativa? Actuar como lo que eres, todo el tiempo. No hay nada mejor para reclamar la autenticidad que buscas. Puedes dejar la angustia para luego.
Más autenticidad desde el hacer por favor.
Artwork: Charlie Abad Estudio.