Hace unos meses que vino a mi mente el experimento que hoy empiezo… 25 días sin utilizar la palabra yo y tratando de evitar en medida de lo posible el “mí” y “me”. Un experimento que cruza lo intelectual, lo emocional y lo espiritual. Es por eso, que enfoco este periodo como un test para ver si es posible quitarle relevancia al ego, para intentar quitar protagonismo a nuestra identidad, para apartar del centro al personaje que todos hemos creado. Incluso para poder comprender esa parte “yoista” viviendo sin ella, para entonces ser compasivos con ella.
Aunque, en realidad, no tengo la menor idea de cómo voy a sentirme. Tampoco sobre cómo voy a actuar, qué va a cambiar en las relaciones con otros y conmigo o qué pasará en la faceta profesional. Lo que sé, es que voy a intentarlo de forma deliberada, voy a poner intención, consciencia y disciplina en el proceso, para tanto exprimir la experiencia, como para recorrer el camino y ver cuál es el resultado final de dicho experimento.
Experimento «yo» no existe – desapegarse de uno mismo
Voy a llamarle el Experimento yo no existe: vivir 25 días sin pronunciar la palabra yo. Creo que puede ser una prueba realmente interesante. Imagina por ejemplo, contar las veces que uno dice “yo” al día, y lo que cambia cuando lo dice y cuando lo evita. De hecho según un estudio de la Universidad de Texas (fuente Wall Street Journal), las personas que utilizan la palabra yo, son menos poderosas y menos seguras de sí mismas de las personas que limitan el uso de tal palabra. Esto iría en contra de la creencia de que las personas que utilizan yo, son egocéntricas, o incluso narcisistas.
Por otro lado, en Solutions for the Workplace, recomiendan no usar la palabra yo en el currículum o las hojas de proyectos. La palabra yo tampoco es adecuada para las escrituras formales. Incluso un estudio en Harvard Business Review habla de cómo yo y otros pronombres revelan tu verdadera personalidad.
Cada día escribiré sobre las impresiones y conclusiones que surjan de la experiencia y por otro lado, me encargaré de trabajar la parte más analítica en un cuadro de mando cualitativo y cuantitativo que iré completando también a diario.
En realidad estoy en el momento perfecto para intentar dejar de usar la palabra yo, y con ello, conseguir poder tener un mayor desapego del mayor apego de nuestras vidas, desapegarse de uno mismo. Aunque soy consciente que querer desapegarse de uno mismo es, posiblemente, apegarse a uno mismo. Muy provocador…
En todo caso, vamos a ello.