Una hora inmóvil durante 20 días: informe final (experimento Quietud Total)

A mediados de febrero, mientras estaba en Hong Kong, empecé un nuevo experimento llamado Quietud Total. Dicho experimento consistía en permanecer completamente quieto, inmóvil, durante una hora, durante 20 días seguidos. En este post-informe detallo todo lo que ha sucedido antes, durante y después del mismo.

Experimento quietud total - permanecer inmóvil durante 20 días...

Índice de secciones

  1. Contexto.
  2. Cuadro de mando.
  3. Detalle día a día.
  4. Reflexiones e impresiones.
  5. Hipótesis.
  6. Aprendizaje validado.
  7. Limitaciones y consideraciones.
  8. Conclusión final.

1. Contexto del experimento

Realizaba este experimento para probar el poder de la quietud total, cómo podría influir detenerme y no hacer nada durante una hora cada día. Eso después de meditar, los retiros Vipassana y otras experiencias que podrían sumar fuerzas en el resultado que obtuviera.

El contexto como una vez más, es el de sumar puntos y técnicas para maximizar el alto rendimiento holístico. En esta ocasión pronunciando más la parte espiritual y también emocional.

2. Cuadro de mando

Este es el cuadro de mando con el que he trabajado para medir los aspectos cualitativos y cuantitativos del experimento Quietud Total.

Estos son los parámetros utilizados y el significado de cada uno de ellos:

  • Días.
  • Cuantos movimientos realizados.
  • Las causas de esos movimientos.
  • Duración de la práctica.
  • Posición al realizar la sesión.
  • Modalidad en cuanto a postura.
  • Sonidos utilizados.
  • Lugar donde se realizó la práctica.
  • Contexto.
  • Hora de la sesión.
  • Sensaciones resultantes.
  • Dificultades encontradas.
  • Molestias durante la sesión.
  • Observaciones.

En el propio cuadro podrás ver los datos y estadísticas.

3. Detalle día a día

Análisis llevado a cabo día a día, a medida que iba terminando cada sesión de quietud total:

Día 1 – 16/02/18 – Lantau Island: estuve sentado, frente a la bahía en Mui Wo, empecé a las 17:30h aproximadamente. Estuve 1:01h. Esta primera sesión fue con los ojos abiertos, mirando fijamente al otro lado de la bahía. En ciertos momentos el paisaje parecía animado, pues se movía, así como las casas, las olas se movían de una forma más extraña, eran como alucinaciones, una clara alteración visual. La mente desconectó casi por completo, esto llama la atención, incluso más que en la meditación, o quizá no desconecto, pero no recuerdo mucho de lo que había pasado por mi mente, cuatro o cinco cosas fugaces, pero menos enrevesado y coherente que cuando la mente divaga mientras meditas.

En un cierto momento, no pude resistir y miré el reloj porque al haberse desconectado de los auriculares bluetooth (al no usarse por un tiempo determinado), pensé que ya habría pasado más de 1 hora y con las olas del mar no habría escuchado el sonido de la alarma. Estaba equivocado, claramente, cuando miré el contador, iba por 49 minutos. Seguidamente volví a fijar la mirada y seguí hasta terminar. Parecía que habían pasado más de tres horas. Estoy acostumbrado, en Vipassana, a meditar por una hora, y hacerlo por más de 10 horas al día, pero esto se hacía mucho más largo. Quizá por el estar con los ojos abiertos y la mirada fija. La parte buena es que no tuve ni un solo movimiento con excepción de mirar el reloj.

Al terminar me sentía muy calmado, relajado, mentalmente reiniciado, con el gluten cargado, y la espalda también, por la postura – sentado sobre piedra, erguido, sin apoyo en la espalda. Sin embargo, las sensaciones generales son más positivas que negativas.

Día 2 – 17/02/18 – Lantau Island: hoy fue la segunda sesión, en el cuarto del hotel donde me hospedo en Mui Wo, a oscuras. Empecé a las 19:28h y acabé a las 20:28h, no moví ni un músculo, estuve quieto durante toda la hora. Con los ojos abiertos, mirando fijamente a la pared que tenía en frente de mí. Mientras, de fondo sonaban unos mantras, que en la hora hacían 45.000 repeticiones. Se escuchaba algo de murmullo en la calle. Mi mente estaba distraída, divagando y saltando de asunto en asunto, nada particular, nada especial, nada preocupante.

Estaba quieto, respirando y de vez en cuando parpadeando, a veces trabajaba. Los dedos gordos de ambas manos se durmiera, seguí sin moverme. Estaba cómodo, en esta ocasión tenía respaldo, y estaba sentado sobre una superficie más confortable que una piedra. No estuve pendiente, apenas, del tiempo, los ojos se irritaron un poco al no cerrarnos cuando me pedían cerrarse, cuando llevas mucho tiempo mirando fijamente a algo, tus ojos empiezan a hacer trucos, y lo que ves toma formas diferentes. Esto es lo que he notado. Al terminar me he sentido calmado, menos sobrecogido, o desbocado que ayer. Buenas sensaciones. Un gran stop al día, y muy soportable.

Día 3 – 18/02/19 – Hong Kong aeropuerto: tercera sesión de Quietud Total, ya volando con destino a Londres. Sobre las 23:45h, despeñes de haber exprimido el día a más no poder, levantado desde las 5am. Cuando llegué a la sesión estaba algo cansado, pocas energías. En esta ocasión fue sentado en el asiento de la salida de emergencia, en medio, al lado de dos mujeres. Este fue más o menos el contexto. Utilicé cuencos tibetanos como sonido, no me apetecía nada escuchar el ruido del motor del avión. Cerré los ojos, y gracias al cansancio me dejé llevar durante toda la hora, recuerdo estar despierto, pero medio inconsciente, casi dormido, no recuerdo absolutamente nada.

Ese umbral es muy interesante, el de llegar cansado o con sueño y conseguir no dormirte, porque es para mí cuando en esos momentos tu mente se rinde y puedes dejar que el cuero y las sensaciones te lleven. Cuando se cumplió la hora apenas me enteré, escuchaba el sonido allí de fondo, muy lejos. Conseguí volver, abrir los ojos, apagas la alarma y cerrar los ojos para dormir. Gracias a esta quietud total conseguí dormir 11 horas casi de tirón en un avión, algo nunca antes conseguido.

Día 4 – 19/02/19 – Londres/Nueva York – vuelo: cuarta sesión, 1:01h, en el vuelo, desde las 15:30h a las 16:30h. Cero movimientos. Control de mi curso y mi mente, un poco más largo de lo que pensaba, pero soportable. Quietud total, incluso a pesar de que mi compañero ha tenido que salta sobre mí para salir al lavabo porque yo permanecía inmóvil. Así como cuando he sido preguntado sobre comida o bebida, no respecta, cero movimientos. Ojos cerrados, escuchando música de ceremonia y divagando un poco para variar.

Día 5 – 20/02/19 – Nueva York – una hora y un minuto sin moverme. Posición recostado en el sofá, escuchando mantras budistas. He permanecido en quietud total mientras mi cuerpo ardía por dentro debido a la fiebre que he cogido por el choque de temperaturas tan bajas al llegar la ciudad. He quedado sorprendido de la autodisciplina que he demostrado. Incluso aunque apenas tengo energías, he cumplido con el experimento. Lo mejor es que las sensaciones han sido de calma, al final se hacía un poco largo, pero notaba cierta paz y bienestar, con lo que he podido aguantar hasta el final. La hora ha sido a las 17:30h, en el sofá de donde resido, con los ojos cerrados, sentado pero recostado.

Día 6 – 22/02/19 – Nueva York – una hora redonda, en esta ocasión he probado con algo diferente. Tumbado y en la cama justo al despertar, desde las 6am a las 7am. No he movido ni un músculo, no me he dormido tampoco, he estado con los ojos abiertos en ocasiones y cerrados en otras, ya que sí notaba inclinación a cerrarlos. Sin música, y con tapones. Sonido cero. Es el día que más rápido y más fácil me ha parecido. Cero problemas. Respecto a la mente, tranquila, quizá por haberlo hecho después de meditar y no tener ninguna agitación de trabajo o de la rutina diaria.

Día 7 – 25/02/19 – Nueva York – a las 15:30h, una hora y 10 minutos en la cama tumbado, con ojos abiertos y sin movimiento alguno. Opté por esa opción porque estaba de resaca y estaba bastante cansado y sin energía. Nada que añadir.  

Día 8 – 26/02/19 – La Habana – a las 18h, en el parque fuera del aeropuerto en la Habana, mientras esperaba a mi amigo Oscar que llegara. Estuve sentado sobre una silla bastante incómoda durante una hora. Hice varios movimientos, primero por las moscas que empezaron a posarse en mi cara, al principio no era molesto, pero sí lo era cuando empezaron a entrar por los orificios de la nariz y orejas, acercarse a los ojos. Es entonces cuando empecé a soplar y al final a moverme.

Duré 34 minutos inmóvil hasta que hice el primer movimiento, luego vinieron tres más seguidos por las mismas razones. No tomé una buena postura desde el inicio, algo que pagué a los 45 minutos, algo que hoy he pagado con una pequeña contractura en el hombro izquierdo. La parte positiva es tener esa determinación de moverte no importa qué. Estar conectado a ti, estar mirando un punto fijamente, y conseguir aislarte de todo, absolutamente de todo. Y acabar abstraído en tu propio mundo. Súper-concentrado. En armonía. En paz, en tranquilidad. Esas fueron las sensaciones a pesar de las dificultades.

Día 9 – 27/02/19 – La Habana – a las 17h, sentado en la parte de arriba del autobús turístico de la ciudad de la Habana mientras recorría la ciudad. Cero movimientos. Esta es la primera ocasión que lo hago en movimiento por la ciudad, y con alguien de acompañante, mi amigo Oscar – estaba informado del experimento, así que facilitó mucho las cosas, no creó conversación y tampoco hizo que tuviera que moverme. Fue una hora y 5 segundos. En esa hora estuve sentado en dos asientos que utilicé para mí, mirando hacia el lado derecho del autobús, que es donde estaba orientado. Las sensaciones que he tenido son de haber visto mucho más de lo que vi, estuve despierto y vi cada lugar que recorrí, en muy pocas ocasiones podemos decir eso.

Día 10 – 28/02/19 – Hotel Delauville (La Habana) a las 13. Recostado boca arriba sobre una tumbona de playa en la piscina del hotel, con los ojos cerrados, escuchando música relajante. Ha sido incómodo, tanto que he tenido que mover la cabeza en seis ocasiones, movimientos muy leves, por suficientes para ser considerados movimientos. En estos momentos me doy cuenta lo complejo que es quedarse quieto durante un largo periodo de tiempo.

No estamos preparados por defecto. El dolor era en la cabeza, y no por nada especial, sino por la prolongación de la postura. Esas pequeñas molestias hicieron que el tiempo pasara un poco más lento, pero finalmente pasó y llegó a su fin, 1:01h. Una de las mayores ventajas que estoy encontrando a la quietud total es el estado de tranquilidad, serenidad, perspectiva y enfoque que he alcanzado después de estar quieto durante una hora. Aunque es algo que empiezas a darte cuenta a los 30 minutos.

Día 11 – 01/03/19 – Playa del Este (La Habana) – a las 15h. Una hora sin movimiento mientras estaba tumbado en una hamaca de playa, ojos abiertos en ocasiones, otras cerrados. Con música chamánica/budista/ceremonia como elemento auditivo. El estar una hora quieto no es algo habitual, de lo contrario no sentiría como al estar sumado se duermen los glúteos, e incluso las manos. He generado cero movimientos, he querido moverme, he querido terminar antes, pero no lo he hecho.

A más avanzo en el experimento, más rápido y profundo desconectado de todo lo previo. La explicación que estoy encontrando (o hipótesis) es que cuando dejas de hacer lo que haces para hacer nada durante una hora irremediablemente pierdes el foco en todo lo que no sea el no hacer nada, es decir, el presente. Entonces quedas prendido del momento, desapegándote de todo lo demás. Por eso notas tanta diferencia con respecto a la hora anterior.

Día 12 – 02/03/19 – Matanzas – a las 12:30h, en movimiento. Esta sesión de Quietud Total ha sido llevada a cabo en el trayecto en coche que cubre La Habana – Matanzas. Una hora y 10 minutos. Asentado en el asiento derecho de detrás. Ojos abiertos, cabeza semi-girada hacia la derecha, manos sobre las piernas y posición relajada. He movido dos veces los dedos para subir y bajar la ventanilla. He conversado levemente con Oscar y el conductor cuando me preguntaron, pero lo hice sin movimientos, sin miradas y sin gesto alguno.

Cuando faltaban 17 minutos paré el contador para bajar del coche, comprar agua e ir al baño. Es sorprendente el control que se puede llegar a tener de uno mismo, tanto mental, como físico, afectando esto al área emocional y espiritual respectivamente. De nuevo no recuerdo qué pasó o cómo me sentía hace una hora cuando empecé. Es una desconexión profunda. La diferencia en el coche es que al estar en movimiento obserbas más y se hace como más ameno.

Día 13 – 03/03/19 – Varadero-playa, sentado en posición semi-flor de loto. Sesión número 13 en la playa, 1:05h de quietud, al atardecer, sobre las 17h, de cara al sol, sentado en posición meditativa, con música chamánica, cánticos y música de ceremonia en los auriculares. 5 movimientos: tres movimientos de postura en las manos, de apoyado en las rodillas, a posición de meditación con las manos entrelazadas, movimientos muy leves y debidos al sudor que producía el contacto de las manos en las rodillas. El sexto movimiento viene del cuello al tenerlo contracturado.

He parado porque a falta de ser minutos pensaba que ya había acabado, y no era así, por lo que he aguantado 5 minutos más quieto, con dos minutos extra. Las sensaciones han sido fantásticas, hubiera estado una hora más, a pesar de la incomodidad de la postura y mantenerla por una hora me sentía cómodo como pocas veces, muy a gusto, en un estado de sosiego al que pocas veces había llegado. Siento que profundizo cada día un poco más.

Día 14 – 04/03/19 – Varadero, en la playa. Sentado en una hamaca, sin respaldo, con la espalda erguida. Quietud total absoluta durante 1:02h. En pleno atardecer, a las 6pm. Esta vez permanecí inmóvil incluso ante al menos 10 picaduras de mosquitos, esa hora ya era crítica para mosquitos. Lo que voy notando estos días es más enfoque durante el día, más capacidad de percibir sensaciones, pensamiento menos diluido. A pesar de que la mente no sigue dispersa y divaga, la noto menos agitada. Es un descubrimiento que sucede fruto de los 14 días, no de uno solo.

El no moverse no es una complicación, incluso aunque esté en situaciones incómodas, creo que al no forzar la mente a nada y dejarla libre, todo se simplifica mucho más. Estoy comprendiendo más de mí en estos días debido a estos momentos de tranquilidad, es como un respeto que te permite abrirte a espacios de pensamiento, sensaciones y reflexión a los que antes no llegabas.

Día 15 – 05/03/19 – Matanzas, 57:25 minutos, primera sesión a última hora de la noche, justo antes de dormir, a las 22:30h. Tumbado en la cama, pasando más de la mitad de la sesión con los ojos cerrados, y la otra con los ojos abiertos. Solo hice un movimiento, moví la mano derecha por la picada de un mosquito. Aparte de eso ningún otro movimiento, no estuve dormido en ningún momento, escuchando cuencos tibetanos (sesión de Alexandre Tannous), lo cual me relajó muchísimo y me ayudó a entrar con en un estado de trance allá por el minuto 42, supongo que era por la hora, el medio sueño, la posición tumbado boca arriba.

Es la primera vez que hago la sesión al final del día, tenía algo de preocupación por quedarme dormido, creo que ese sentido de alerta fue el que previno que me durmiera. No recuerdo haber pensado mucho y lo que pensé no recuerdo en absoluto lo que fue. Es como un vacío de nada que me ayudó a dormir 8:40h de tirón.

Día 16 – 06/03/19 – Santa María Del Mar. Primer intento, sesión en la sauna, esperando hacer una hora. He tenido que abortar primero por la preocupación del staff del hotel, ya que la sauna era para una persona, no sabía que había un límite de 15-20 minutos y cuando me avisaron ni respondí ni me moví (estaba en quietud total, recuerda), entonces entraron preocupados, lo cual me hizo hablar y moverme a la fuerza. Y segundo porque no aguantaba más de los 18-19 minutos que duré, no moví ni un músculo pero estaba al límite.

En esa sesión me di cuenta cómo las condiciones difíciles hacen que tu mente te presione mucho más, notando más sensaciones desagradables en todo el cuerpo, pero al fin y al cabo fueron sensaciones. Identificado. Traté de enfocarme en la respiración pero la presión era muy fuerte para aguantar una hora, o al menos no estaba preparado. La sesión (e intentona) 2 tuvo lugar a las 23:30 en la camba tumbado. Diré 40 minutos, hasta que me di cuenta de que estaba durmiéndome y no podía ser consciente de la quietud. Entre en un trance que iba más hacia el sueño que otra cosa.

Antes de acabar realicé un movimiento porque olvidé el corrector bucal antes de la sesión, así que paré para utilizarlo. Las sensaciones fueron de reset, pero el cansancio y las altas horas de la noche hicieron que no pudiera continuar.

Día 17 – 07/03/19 – Playa Guanabo. Dividida en dos sesiones de Quietud Total, una realizada de 13:30h a 14:10h para entonces parar e ir a comer. Y la segunda de 25 minutos a las 15h después de comer. La primera sentado en la hamaca, en la piscina, con las piernas cruzadas y en meditación, con los ojos mayormente cerrados, escuchando cuencos tibetanos mezclados con la música reggaetón de fondo, algo diferente, pero sintiendo un control absoluto sobre mi cuerpo y mente, sabiendo que a pesar del calor y de la gente y de cualquier cosa, no me iba a mover en absoluto. Y así fue. Si bien hablé en tres ocasiones con Óscar, por empatía, ya que estábamos juntos en la piscina. La segunda sesión fue más volátil, ya que comprobé que después de comer te quedas “frito” en cuanto te descuides.

En ambas sesiones, sobre todo en la primera, me di cuenta de que aprendía a apreciar más las cosas a mi alrededor, que el silencio y la quietud total ayudan a apreciar mejor las cosas debido al espacio que creas entre acción-reacción-inacción. Es como valorar más las cosas, sentirlas más, verlas mejor, disfrutarlas con más calma y lentitud.

Día 18 – 08/03/19 – Hotel El Arenal (La Habana). 10h. Sesión de 59 minutos mientras recibía un masaje. Previamente avisé al masajista, quien quedó algo sorprendido. Poco después empezó la sesión. Primero, quería aprovechar el tiempo que tenía muerto en esa hora de masaje, y segundo quería probarme en una nueva situación/contexto. Solo realicé un movimiento, inducido por el masajista, cuando pasé de estar tumbado boca abajo a estarlo boca arriba.

Lo que sentí fue una relación tremenda. Primero por el masaje descarga y luego por la tranquilidad en el ambiente, sin hablar, sin movimientos, estando más en quietud mental que física. Eso hizo que pudiera relajarme como pocas veces recuerdo en este último año.

Día 19 – 09/03/19 – Avión Madrid – Mallorca. 17:04h – 1:05h. Sesión realizada en el avión hacia Mallorca. Sentado con las manos entrelazadas, espalda recta y ojos cerrados. Hoy la quietud se ha visto perturbada por el cansancio y pocas horas de sueño del avión La Habana – Madrid. He contado 13 cabezadas, aun así no he sucumbido y he aguantado el tipo, permaneciendo quieto.

He realizado poco movimiento cuando antes de despegar, la asistente de vuelo ha tocado mi mano para decirme que antes de despegar debía desconectar los cascos bluetooth. Lo he hecho y he vuelto a lo que estaba, con una sonrisa. El siguiente y último movimiento, a parte de las cabezadas, ha sido para conectar de nuevo los cascos y seguir con la melodía de ceremonias. Qué sensación de paz, sosiego y tranquilidad, cómo relativizas todo y todo se detiene, es asombroso lo que puede darte una hora de quietud, no solo es tu cuerpo el que no se mueve, sino que tu mente, se mueve, obvio, pero no a tanta intensidad, no tan agitada.

Aterrizo a Mallorca con un estado algo diferente al que llevaba cuando subí al avión, no que antes era peor, sino que ahora está todo genial. Es genial.

Día 20 – 10/03/19 – Mallorca – 16:15h sentado en la butaca de mi habitación de hotel. última sesión, 1:07h, ningún movimiento, quietud total para cerrar el último día de experimento. El sonido fue un mantra budista de fondo con la voz de una meditación guiada de Alan Watts de una hora de duración. Mi postura fue sentado, cómodo, con las manos entrelazadas, y ojos abiertos la mayor parte de la sesión.

La sensación que tengo ahora mismo justo al acabar es de un grandísimo bienestar. Una claridad mental considerablemente más alta que antes de empezar la sesión. Encuentro todo mi ser alineado y esto es potente.

Experimento quietud total - permanecer inmóvil durante 20 días...

4. Reflexiones e impresiones (vídeo)

Este vídeo-análisis recoge lo más destacado primero de todos y cada uno de los 20 días de quietud total, y segundo reflexiones y conclusiones finales 40 días después de terminar el experimento:

5. Hipótesis Quietud Total

Las hipótesis formuladas antes y durante el experimento Quietud Total responden a esta única pregunta: ¿Cuál es la importancia relativa de este experimento? La respuesta se divide en nueve sub-respuestas:

  1. Probar el impacto positivo que la quietud total genera en un individuo que la practica por un tiempo prolongado.
  2. El incremento en consciencia y percepción al permanecer quieto. A más quietud más capacidad de enfoque. A menos movimiento físico, menos movimiento mental. Esto mismo conduce a una mejor evaluación de las emociones.
  3. Demostrar la propiedad curativa y calmante que se encuentra en la «nada» y en la quietud.
  4. Utilizar la quietud de mente, de cuerpo, de espíritu y de alma como herramienta para entrar en estado de flow.
  5. Diferenciar las sensaciones y resultados que hay entre meditar y permanecer quieto.
  6. Cuanto más practicas la quietud más sensitivo y fluido te vuelves.
  7. Más quietud lleva a más quietud, eso te permite observar, escuchar y entender más hacia dentro que la mayoría de personas.
  8. Conocer más el interior de uno mismo. Encontrar paz de cuerpo, mente y espíritu.
  9. El espacio que se genera entre pensamiento-acción-reacción otorga un control supremo sobre cada una de las tres fases.

6. Aprendizaje validado – Quietud Total

Los descubrimientos primarios vienen ligados a los objetivos iniciales de quietud total del experimento:

  • Más amplitud entre estímulo y reacción: sí, comprobado. Tanta que lo que venía antes o lo que va después se quedan descolgados y pierden la atención, centrándose esta en el momento presente.
  • Calma y conexión mental, emocional, física y espiritual: comprobado. Dejar de estar más atrás o más adelante, para estar donde estás, te lleva a entrar en un estado de armonía notorio. Las preocupaciones, culpas, arrepentimientos, qué haceres, «tengo que’s», obligaciones y demás sensaciones dañinas desaparecen porque solo estás en este plano. Entonces estrés, angustia, sensación de pérdida, desmerecimiento, etc, desaparecen.
  • Una gran parada diaria: una parada que no solo te realinea con uno mismo, sino que encuentra y descubre cosas que o bien estaban olvidadas o bien que todavía no habían salido a la superficie.
  • Inputs – outputs: entrelazado con el punto de arriba, la capacidad para observar y percibir es mayor durante esos 60 minutos, lo que te permite sacar cosas que pueden ser vistas con una óptica limpia. En lugar de que la mente salte de pensamiento en pensamiento, se realiza un escrutinio mucho más sólido.
  • Mejorar desde el punto de vista de ver, escuchar, comprender, trabajar: la quietud te da el punto de vista desde donde partir mejorando, porque tienes ese espacio para poder apreciarlo o incluso darte cuenta de que ya estás mejorando. Incluso en este caso particular, apreciar que ya has mejorado.
  • Claridad mental y enfoque: como arriba se ha podido demostrar, el enfoque y claridad han aumentado y mejorado. La razón, una vez más, crear ese espacio de quietud.
  • Actividad e inquietud (movimientos): el ratio de movimientos versus no movimientos ha sido de menos de un 3%.

7. Limitaciones y consideraciones

Sobre barreras y aspectos a considerar dentro del experimento:

  • Los días de realizar la práctica de quietud total tumbado en la cama pudieron no ser tan efectivos como deberían.
  • Las sesiones que llevaban música afín (mantras, pujas, sonidos chamánicos, cánticos budistas, melodías envolventes, etc.) inducían a momentos de trance.
  • El cansancio en dos ocasiones ha jugado un papel de anulador durante la práctica.
  • En una ocasión, en los últimos días, hablé con Oscar mientras permanecía quieto. Aguantar un experimento de así desde fuera es algo complejo.
  • Los movimientos se daban, pero en contadas ocasiones. Excepto algunos días por factores externos como insectos o interacción inesperada, que los movimientos fueron más frecuentes.
  • He llegado a ver alucinaciones, sentir unos cambios de temperaturas brusquísimos y dejar de pensar hasta tal punto que no recuerdo lo que había pasado antes ni lo que iba a pasar después.
  • Pienso que poder compartir este experimento con otra persona tiene que ser una experiencia muy química.

8. Conclusiones finales

Qué he concluido después de 20 días inmóvil practicando la Quietud Total:

  • Parar te permite ver todo de una manera bastante diferente a lo que estás acostumbrado a verlo.
  • Nada no es nada, es algo, solo que no estamos familiarizados con su sensación.
  • Estar en completo silencio, sin movimiento, sin agitación y calmado, energiza, cura y da mucho más sentido que el resto de actividades destinadas a cumplir esa función.
  • Las personas acaban extrañadas cuando no te mueves por 10 minutos. Al cabo de una hora, han aparecido muchas personas incluso preocupadas y expectantes. Hay personas que se sintieron incluso violentas y se marcharon o increparon.
  • El estilo de quietud total que adoptes determinará la dificultad de la práctica por una o más horas.
  • Una hora sin moverte equivale (por sensaciones) a dos o tres horas estando quieto. La sensación de que todo se detiene es asombrosa.
  • He podido tener conversaciones conmigo mismo, momentos de aprendizaje y sobre todo desconexión absoluta, más importantes de los que he tenido meditando.
  • He aprendido a convivir con quien era mi peor enemigo, «no hacer nada / estar quieto», esto ha cubierto de serenidad y sosiego un hueco que había por cubrir en mi interior.
  • Los momentos creativos, reflexiones, conversaciones, calma, enfoque y claridad que se siente al terminar la práctica eran dignos de mencionar. Es muy fácil estar en estado de lucidez cuando paras todo y solo observas, escuchas, sientes y ves. Nada más.

Como punto final del experimento Quietud Total concluiría que cuando respiras la quietud te encuentras de bruces con la nada, cuando permaneces ahí, algo dentro y fuera te cambia. Ves lo que no veías, entiendes lo que no entendías, escuchas lo que no escuchabas, sientes lo que no sentías, piensas lo que no pensabas. Creo, después de lo vivido, que junto a la respiración, la quietud, guarda la llave hacia una nueva dimensión del ser.

Seguimos experimentando.


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