Huimos del egoísmo porque es un pecado, o al menos eso parece. No siempre, hay un ego positivo. Podemos elegir ser ese egoísta sano para ser un agente del cambio externo (e interno, claro). No es fácil, pero para andar el camino se necesita autocosnciencia, autocrítica y personalidad. Podemos ser mejor de lo que somos, eso está fuera de toda duda, mira personas como Magali Dalix, Oscar Valdelvira, Katie Hayley Knight, Álex Rubio, Álvaro Villa, Aitor Contreras o Víctor Ronco. No han parado de mejorar, hasta ser de lo mejor que hay en su profesión. Diría que todas son personas sanamente egoístas. O empezaron siéndolo, o acabaron siéndolo.
Cuando te das cuenta que lo que necesitas es pensar en ti, trabajar en ti, cuidar de ti, hacerte crecer, mimarte, construirte. El día que aprendes que si no lo haces tú, no va a venir nadie y o va a hacer por ti. Ese día dejas de buscar respuestas fuera, paras de mirar a los lados, detienes la energía dedicada a tanto externo y empiezas a canalizarla a todo lo que emane de tu ser.
Soy un gran egoísta sano
A día de hoy, si miro en perspectiva, las mejores cosas que me han ocurrido han llegado por que un día decidí ser egoísta sano. A pesar de las evidentes desventajas, los aspectos negativos y todo lo que iba a perder. Tomé esa decisión porque mi instinto así lo susurraba. Si miro con perspectiva he perdido proyectos, negocios, viajes, oportunidades y fiestas por ser egoísta sano. En cambio, todo lo que he recibido a cambio ha superado con creces todo lo que tuve que sacrificar. Y lo mejor de todo, me ha permitido poder llegar a un punto donde encontrarme pleno y disfrutar de darme a los demás – aquí la clave – sin pedir o esperar nada a cambio.
Me doy tanto a mí mismo a diario, tomo del mundo a diario tanto, que no me quedaré ni siquiera medio-vacío, por mucho que dé.
Atribución imagen: Charlie Abad Estudio.