Este fue el experimento que realicé en 2015, nueve meses viviendo sin smartphone. Empezó como una casualidad y terminó siendo en una catapulta hacia el alto rendimiento y la ultraproductividad. Además de hacia un mejor estilo de vida, claro está.
La disrupción está en los márgenes
Esto no va sobre probar que puedes vivir sin smartphone, o probar que puedes vivir sin redes sociales. La respuesta a estas cuestiones es más que obvia, claro que puedes. La clave de este tipo de experimentos en desarrollar habilidades núcleo y superhábitos nuevos y quizá, inalcanzables y/o hasta el momento desconocidos para nosotros. Mi hipótesis ya probada (un hecho) es que solo vemos la vida desde una perspectiva. Ese es el lugar donde nos encontramos, imagina que es el lugar 70. Vale, cuando en realidad lo valioso es moverse del 0 al 110 de forma casi constante y siempre probando con nuevos inputs. Esto nos ayuda a abrir nuestra mente, sentidos, experiencias y con todo ello enfoque, pensamientos, consciencia, comportamiento y con ello nuestra manera de actuar. Es fácil reprograrmarte, solo tienes que retarte continuamente.
Encontrar excelentemente extrañas maneras de pensar y actuar te lleva a resultados nuevos, poco comunes y muy poco explorados. Lo que te ayuda a ganar una ventaja competitiva, sea el terreno en el que te muevas o a lo que te dediques. La mejor parte todavía, es que andar el camino de rediseñar tus patrones mentales, de comportamiento de actuación, te lleva a un crecimiento personal y profesional extremo.
Nueve meses viviendo sin smartphone
Ese fue el experimento, eso fue lo que me decidí a hacer. Fue un experimento no buscado, algo que ocurrió a raíz de olvidar el smartphone en un taxi cuando salí de juerga. Ahí empezó todo, una acción que cambiaría el resto de mi vida y que me ayudaría no solo a vivir sin smartphone, sino a entrar de pleno en los experimentos.
Artwork: Charlie Abad Estudio.