Mejor paga el precio que cuesta tu verdad

No subestimes el poder de tu discurso, por eso, habla tu verdad, actúa desde tu verdad.

Una de las formas de conceptualizarte a ti mismo es darte cuenta de que eres una partícula de polvo entre otros 7.000 millones de partículas.

Cuando te visualizas de esta forma, podrías preguntarte “sabiendo esto ¿qué puedo decir o hacer en este mundo que tenga impacto?” Y la realidad es que es algo apropiado para ti, porque si no importa lo que haces o dices, entonces no tienes ninguna responsabilidad al respecto, si es así, entonces puedes hacer lo que quieras.

No subestimes el poder de tu discurso - habla tu verdad, vive tu verdad

El precio que pagarás por eso es un poco de nihilismo pero si no tienes que cargar con ninguna responsabilidad entonces el precio a pagar es bastante pequeño, otra motivación para esa doctrina filosófica.

Aunque otra forma de verlo – y esta es la forma más adecuada para verlo – es que estás en una red, eres un nodo que forma parte de una red, por eso puedes hacer un poco de aritmética y entonces darte cuenta de cuán poderoso eres.

Conoces a mil personas, seguro que conocerás más en el transcurso de tu vida, pero digamos esa cifra para el argumento que tratamos de utilizar. Esas mil personas conocen a mil personas cada una, lo cual significa que estás a una persona de alcanzar un millón y a dos personas de llegar a mil millones.

Y adivina qué, tú estás en el centro de esa red, y la forma en la que estas redes funcionan es que la información se propaga de esa forma.

¿A dónde voy con tanto rodeo?…

A que no subestimes el poder de tu discurso

Digamos que la cultura occidental está basada en el predicamento de logos, un elemento sagrado para esta cultura. ¿Y qué significa eso? Que tu capacidad para discurso es divina, es aquello que genera el orden del caos y que en algunas ocasiones convierte el orden patológico en caos cuando es necesario.

Esto es lo que he aprendido estos últimos meses, no subestimes el poder de la verdad. No hay nada más potente.

Ahora, para hablar aquello que catalogas como verdad, tienes que dejar marchar el resultado.

Tienes que pensar algo así como “bien, ok, vamos a ver, voy a decir lo que pienso. Tan estúpido como pueda ser, sesgado como pueda estar, tan ignorante como soy, voy a decir lo que pienso tan claramente como pueda y voy a vivir con las consecuencias, no importa cuáles sean”.

Esto, a día de hoy, es lo que me preocupa a mí para estar en conexión con lo que importa, mi centro. Y creo firmemente que también debería importarte a ti.

La idea es que nada trae a un ser humano a un mejor mundo que la verdad dicha y vivida.

Ahora, vas a tener que pagar un precio por responder ante la verdad pero eso es más que perfecto ¿por qué? Porque vas a pagar un precio por cada maldita cosa que hagas y que no hagas, sin excepciones.

No eliges no pagar un precio, sino qué veneno vas a probar.

Eso es.

Así que si vas a defender algo, si vas a sostener algo o resistir contra algo, que sea por tu verdad.

Por y para eso, cuida cada pasa que pase desde tu mente a tu boca y no subestimes el poder de tu discurso.

Nada más.

Atribución imagen: Anikarina.

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