Una nueva lección de estoicismo moderno:
Un día piensas que vas a ganar algo y de repente, sin saber cómo, lo pierdes.
Estás seguro de que vas a ver a la persona que quieres y algo sucede y ¡zas! tienes que esperar un mes más.
Crees que tienes todos los cabos de la negociación atados y en un abrir y cerrar de ojos, tienes todo en tu contra.
La vida te sonríe, tu negocio marcha como la seda. Entonces, al día siguiente, despiertas, y es una pesadilla. Te enfrentas a un expediente de regulación y posiblemente, a la bancarrota.
Has conseguido que tus inversores apuesten por ti, firman el contrato, vas hacia delante. Sin embargo, al día siguiente, cambian de opinión, rebosan una cláusula, y todo desaparece.
Hoy te daban tu nueva vivienda, estaba todo arreglado y apalabrado, pero unas horas antes te hacen saber que no podrá ser. Te toca dormir en un motel y ver si mañana será posible.
Tienes todo preparado para lanzar un negocio que los expertos pronostican como un rotundo éxito, y entonces aparece una tendencia, un virus, un suceso político o una moda pasajera y lo arruina todo. No lanzas, no mueves, te quedas estancado.
Por otro lado, podría pasar perfectamente lo opuesto, que de una situación fatídica pases a la gloria, que de la desgracia pases a la gracia, de la derrota a la victoria, del pesimismo al jolgorio. Salvo que como buenos humanos, nunca esperamos lo peor o lo inesperado, ni siquiera lo no planificado, lo infrecuente o lo aleatorio. Así que cuando algo terrible llega, que siempre llega, nos coge por tremenda sorpresa y nos rompe en pedazos.
En palabras del estoico Marco Aurelio: «Aunque vivieses tres o treinta mil años, no olvides jamás que nadie pierde más vida que la que tiene, ni goza de otra vida distinta de la que pierde. Así pues, la vida más larga y la más corta vienen a ser lo mismo. El presente es de igual duración para todos y lo que se pierde es también igual y, en definitiva, sin importancia. En cambio, no podríamos perder ni el pasado ni lo venidero, porque ¿acaso se le puede arrebatar a uno lo que no tiene?
Acuérdate de estas dos verdades: la una, que todo exteriormente es de idéntico aspecto, que pasa por los mismos ciclos y que es indiferente ver el mismo espectáculo durante un siglo o dos que por toda la eternidad; la otra, que el que muere muy joven pierde igual que otro que ha vivido muchos años. Ambos pierden solo el instante presente, que es el único que poseen, puesto que no podrían perder lo que no tienen» – Meditaciones.
La vida tiene planes diferentes a los míos
El domingo la vida me dio algo diferente a lo que esperaba, no sé si mejor o peor, pero no estaba planificado.
El lunes el destino me trajo promesas que cambiaron, responsabilidades que fueron modificadas y compromisos que se rompieron.
El martes la fortuna me ofreció júbilo y pesar, no sé si por partes iguales, tampoco paré a medirlo. Solo ocurrió que recibí situaciones que no había calculado.
Hoy el curso del día me depara eventos que nadie podrá descifrar hasta que ocurran. Cuando sucedan pues habrá sucedido.
El jueves, confiado, volveré a pensar (erróneamente) que podré anticiparme a vivir, no tardaré mucho en volver al sitio en el que debo estar.
El viernes dejaré que las cosas pasen y las cosas pasarán, en unas podré tomar un papel protagonista y en otras solo seré parte del escenario.
El sábado… La ruleta volverá a girar y quién sabe lo que saldrá. Esto es lo único que sé, y es que la vida tiene planes diferentes a los míos, a los tuyos y a los de cualquiera.