Hoy terminaba la gira de conferencias y medios que hemos realizado Josef y yo por Chile. Josef salía a las 9am para Barcelona y yo hacia Bogotá a las 8:05am. El evento de cierre #SeamosCampeones se prolongó hasta casi las 23h, nos quedamos trabajando hasta tarde y como consecuencia dormimos poco, a las 5:30am ya estábamos listos para partir al aeropuerto.
Sin mapas de nuevo
Una vez en el aeropuerto, cada uno tomó un rumbo diferente. Había llegado con tiempo, parecía que no perdería el vuelo, pero todo se volvió complejo cuando al hacer el «check-in» comprobamos irregularidades en los vuelos. Lo que sucedió fue lo siguiente:
La ida estaba reservada para hoy hacia Bogotá, hasta aquí todo correcto. Sin embargo, la vuelta a Chile, estaba prevista para el 14 de agosto, Bogotá – Guayaquil – Santiago de Chile. La razón de este vuelo era que al comprar un pasaje internacional debes comprar ida y vuelta y como no volvía a España, sino marchaba a Bogotá, donde compraría otro pasaje para ir Bogotá – Miami – Madrid el 16 de diciembre, lo que pensamos fue prolongarlo en el tiempo para poder aprovechar este viaje el año siguiente, digamos que sería una manera de dejarlo abierto. Lo que nadie pensó fue que al no tener ya comprado el vuelvo Bogotá – Miami – Madrid, el vuelo que contaría como salida sería el único que tuviera reservado desde Bogotá, el del 14 de agosto. Algo que chocaba frontalmente con las leyes de inmigración en los países de de Latinoamérica, los cuales te permiten un tiempo máximo de permanecía en el país de 180 días. Resumen a todo este lío, no podría viajar a Bogotá. ¿Mapa? Nada nuevo, a dibujar.
Estrategia para salir
¿Qué es lo que hice? En primer lugar no ser el cretino que pierde los papeles delante de la supervisora de la compañía de vuelo, sino todo lo contrario, quitarle importancia al asunto y agradecerle la explicación y los intentos por buscar una solución, de nada sirve perder los nervios y poner en contra a la única parte que podría ayudarte a solucionar el problema. Seguidamente, pensé en la posibilidad del vuelo Bogotá – Miami – Valencia, pero rápidamente descarté esa opción, porque era un vuelo que todavía estaba pendiente por cerrar y no estaba reservado y además, las personas responsables de ello no estaban operativas al ser sábado. Vaya.
Llamé a Edgar, hablamos, pensamos, buscamos vías alternativas que pudieran llevarnos al sitio deseado. Lo único que se nos ocurría era cambiar el vuelo que tenía para el 14 de agosto y desplazarlo más hacia delante, hacia abril o mayo. El inconveniente aquí era el tiempo, ese cambio debería estar hecho en menos de 30 minutos o perdería el avión y no se podía hacer en el aeropuerto, únicamente por el call center. Bien el call center apenas resolvió nada, decían que los cambios de la vuelta sólo se podían hacer a partir de que ya estuviera volando al destino de la ida. Parecía que nos quedábamos en tierra, no esperé, tomé la iniciativa y fui a hablar con la supervisora, repetía que ella podía dejarme viajar, pero que en aduanas en Colombia no me dejaría an entrar y me enviarían de nuevo a Santiago. Entonces le dije que me permitiera pasar, estaba dispuesto a correr el riesgo de poder ser devuelto. Sería responsabilidad mía y de nadie más que mía. Hacer esto me permitiría comprar más tiempo para solucionarw el cambio de vuelos en la vuelta.
Después de estar pensando por un rato, accedió a dejarme pasar, pero bajo mi responsabilidad, lo que pasará a partir de llegar a Colombia dependería de mis recursos e ingenio. A todo esto Edgar y su equipo seguía trabajando en poder realizar el cambio.
Estrategia para entrar
8 horas y llegaba a Colombia, sin noticias de Edgar porque no tenía conexión a Internet, pero imaginaba que en todo este tiempo estaría resuelto así que ya estaba en aduanas listo para pasar cuando recibí la señal del wifi del aeropuerto El Dorado, conecté y leí un mensaje de Edgar diciéndome que habían tenido problemas y ahora le habían dado una versículo diferente a la de cambiar el vuelo mientras estaba volando, sólo podía ser una vez hubiera aterrizado. ¿Cómo entrar? Estaba justamente a seis personas de entrar en las aduanas. Entonces sin hacer mucho ruido, disimuladamente y de manera elegante me fui retirando hasta salir de la cola de aduanas y volver por donde había venido a ganar algo de tiempo mientras encontrábamos una nueva solución interesante. La cosa se complicaba, pero no era imposible. Si entraba en la aduana corría el riesgo seguro de que denegaran mi entrada al país por incumplimiento del tiempo de estancia permitido y entonces devolvieran a Santiago de Chile.
Ahora el asunto era donde esperaba hasta que pudiéramos arreglar la situación, si es que se podía arreglar, porque las noticias que Edgar me iba enviando no eran muy buenas. Largas esperas del call center, llamadas que se cortaban cuando conseguían hablar con los operadores, desconocimiento en algunos casos, en otros contra-indicaciones, incluso nos daban instrucciones de que fuera directamente a la aduana y que lo intentara, bueno, seguro que si me enviaban de nuevo para Chile, el operador no se iba a hacer cargo de los inconvenientes que ello suponía.
En fin, estuve rodando por los largos pasillos previos a las aduanas, conexiones nacionales e internacionales, aseos, etc. hasta que ya era una figura reconocida, por eso intentaba quedarme el máximo de tiempo en lugar donde no pudieran verme mucho para evitar preguntas y levantar sospechas. En una ocasión un guardia de seguridad me dijo que fiera para la puerta donde tenía que ir y mientras me movía, dos responsables de inmigración me preguntaron donde iba. Les dije que estaba esperando los detalles del vuelo que tenía que tomar, no sabía si iba a Chile, Medellín o permanecía en Bogotá, al decirles que era español, no preguntaron mucho más y se marcharon. La cuestión era gane tiempo en esa tierra de nadie. Incluso entré a uno de los baños, me encerré en él y empecé a trabajar con el portátil, mientras lo cargaba para poder recibir instrucciones de Edgar y su equipo. Hablaba con los de aduanas con total normalidad, en lugar de evitarlos e incluso bromeaba con justo lo que temía, no poder entrar al país. Todo este proceso se alargó alrededor de dos horas.
Después de por fin cambiar el billete, enviaron una confirmación al correo y con esto pude ir directamente a la aduana, ahora la cuestión es si no levantaría sospechar que un tipo el cual su avión ha aterrizado hace dos horas, esté por allí todavía “danzando”, la segunda cosa que me preocupaba eran las maletas que ya habían salido. Finalmente llegué a a la aduana y todo aconteció con normalidad. Estaba dentro.
Aprendizaje
1. Mantén siempre la calma.
2. Comprueba los convenios de permanencia de cada país.
3. Gana todo el tiempo que puedas mientras solucionas la situación.
4. Dependiendo del país en el que te encuentres, considera una manera de persuasión más amigable que las palabras.
5. Trabaja paralelamente con personas que puedan ayudarte.
6. Actúa a la inversa ante una situación de tensión.
Las claves han sido, el atrevimiento de decidir volar aún sabiendo que quizás no podría entrar, la cautela de no dar el paso hasta el momento exacto, calma de no perder los nervios y ser empático y por último, la perspicacia de actuar al contrario de lo que quizás hubiera actuado.
Otra aventura intrépida.
Photo credit: ekelly80.
2 comentarios
¡Menuda aventura! Menos mal que tenías a alguien desde fuera para echarte un cable.
Aún así ¿por qué esos tiempos tan minuciosos?
No te he vuelto a ver desde «El curso para bloggers» para desempleados en Barcelona 😉
Un saludo.
Me encantan las historias del tipo «aventuras en el aeropuerto»: gracias por compartirla, Isra.
Como bien dices, creo que la clave para salir airoso de esta situación (cuanto menos «tensa») fue hacer exactamente lo contrario a lo que hacemos la mayoría de las personas: mantener la calma y tratar al personal implicado de la manera más educada posible.
En situaciones parecidas yo he «perdido los papeles» (y no me refiero al pasaporte) y de esa forma no sueles solucionar nada, más bien al contrario.
Aún me recuerdo gritándole al gerente de un banco extranjero: «¡Desde que entré en vuestro país no hago más que tener problemas!». Epic fail.
El teléfono y que alguien como Edgar te echase un «cable salvador» es también fundamental para no quedarse tirado. Esos backups te sacan adelante.
Con el tiempo nos solemos reir de estas situaciones, pero en «directo» no suelen ser nada graciosas.