¿Ser tu propio maestro o ser amaestrado por alguien?
¿Buscar la pregunta interesante o insistir en obtener la respuesta?
¿Ser tu propio libro, o confiar la solución al libro?
¿Convertirte en tu propio líder o esperar a ser liderado?
¿Ser el manager que necesitas, o seguir las instrucciones?
¿Sabiduría práctica o convencional?
¿Amarte o ser amado?
¿Fracaso o miedo al fracaso?
¿Miedo o miedo al miedo?
¿Intentar y fallar o no intentar en absoluto?
¿Dar un paso al frente y no ser escuchado, o sufrir en silencio?
¿Prepararte y perder, o no prepararte en absoluto?
¿Hacer o merodear?
Cuando te das cuenta de que cualquier respuesta es solo el resultado de la pregunta, entonces comprendes que lo que importa no es lo que buscas si no lo que estás obviando. Esa es justo la clave para ser tu propio maestro, mirar y trabajar para y desde adentro.
¿Dónde está ese «click» para entender el arte de ser tu propio maestro? Adivina, en tus creencias, las cuales tienen el poder de crear o destruir. La forma en la que te hablas, enfrentas, juzgas y mides a ti mismo afecta a tu estado de ánimo, comportamiento y acciones. Es por eso que rara vez llegamos a ese nivel de maestría, esa voz negativa interior toma el mando, entonces nos convertimos en esa historia que tanto nos repetimos. Tienes que quitar el voto a esa parte de ti, cuando haces eso, tu alma se abre, y entonces el viaje puede empezar.
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Atribución imagen: saraacratart.