Te necesito…

¿Puedes ayudarme?

No, la respuesta es más que obvia.

Si llegas hasta aquí pensando que alguien como nosotros puede ayudarte, has vendido tu salvación a un precio realmente ridículo.

Cuando pedimos ayuda, algo realmente digno, solemos hacerlo desde una posición de debilidad, de que algo malo pasa con nosotros, o que hemos fracaso en nuestro propósito, misión o tarea. Cuando pides ayuda, estás cediendo responsabilidad, hay que pedir ayuda, sí, pero cargando tu con el 90% del compromiso que viene con sea cual sea el tipo de ayuda que recibas.

¿Puedes ayudarme? Cómo ayudarte a ti mismo más que te ayuden otros

Cuando alguien me pregunta “¿Puedes ayudarme?” esto es lo que respondo:

“No”.

“No sé”.

De lo contrario, ¿por qué vienes a nosotros a pedirnos ayuda?

¿Para probar suerte? Entonces mejor juega a la ruleta de casino (pista: apuesta al 96 rojo)

¿Para ver que puedes sacar? Entonces no te andes con rodeos, sé directo, claro y no vengas con las redundancias de las que tú huyes.

¿Por qué andas perdido? Si tú andas perdido sobre ti, imagínate nosotros.

¿Por qué no sabes por dónde empezar? Esto tiene fácil solución, empieza por cualquier sitio, y sigue, sigue, sigue.

¿Por qué estás desesperado? ¿Eso quiere decir que vas a dejar recaer toda la responsabilidad de tu liberación sobre nosotros?

¿Puedes ayudarme?

Recibo diariamente peticiones de ayuda, apoyo, guía, como quieras llamarlo. 80% son acciones que esperan altruismo y solidaridad. Nada malo con ello.

Excepto con las expectativas de lo que debe ser ayuda.

Cuando necesites algo, pidas ayuda, busques acompañamiento profesional, servicios de consultoría, guía o entrenamiento, recuerda lo siguiente:

1. Tu pregunta (o petición) se convierte en una respuesta, a la cual solo tú puedes responder.

2. Tú eres la única persona que dará el salto que necesita dar, nosotros estaremos ahí para mostrarte cómo lo hiciste. El resto es la ilusión de nuestras vidas de que necesitamos a alguien para hacerlo.

3. Solo hay una forma de saber si funcionará o no.

4. Decir “sí, puedo ayudarte” no genera tensión, incertidumbre, desconcierto, La Gran Duda (como lo llaman en Zen), sería demasiado fácil y no haría honor a la vida que vivimos.

5. Deja de poner la atención en el resultado y céntrate en la acción. Conviértete en el propio proceso.

Atribución imagen: red team.

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