Somos la medicina que lo cura todo, pero también la enfermedad que lo destruye todo.

Somos el enemigo que necesitamos enfrentar. Pero también somos el que no hay que abatir.
Somos el aliado incansable, disciplinado y entregado que resistirá hasta el último segundo de nuestra existencia.
Somos la parte oscura más brillante que hay dentro de nosotros, pero también somos la parte brillante más oscura.
Somos imparables, al mismo tiempo que frágiles, vulnerables e imperfectos.
Somos simples, y complicados, casi a la vez.
Somos potentes como el motor más poderoso del mundo, pero también tan impotentes como el cohete que pierde toda su fuerza y cae en picado.
Somos mortales pero nos creemos inmortales.
Somos determinados como el destino, pero fácilmente manipulables como una marioneta descuidada.
Somos duros como una piedra de granito, pero tan suaves como una pluma de papagayo.
Somos la gracia personificada, así como la desgracia.
Lo único que separa una cosa de otra es la razón interior, es la rectitud de espíritu.
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