Un día conmutando hacia tu trabajo, te preguntas qué sentido tiene seguir en una organización que no te hace crecer, cuando ahí afuera hay otras que pueden ayudarte a conseguir tus metas profesionales. Un día antes de entrar a clase de económicas, te preguntas sobre la efectividad de seguir esforzándote por ser el número de la clase, cuando el mundo para el que te preparas es una utopía comparado con los fundamentos de la educación actual. Un día, después de la pelea número doscientos con tu pareja, te preguntas si realmente merece la pena pasar por todo este tormento, si al final hay algo en tu intuición que te dice que esto no va a funcionar. Un día en una reunión de comité, cuando tu idea de desarrollo de proyecto número treinta y tres ha sido también rechazada por unanimidad, te preguntas si alguno de los asnos que tienes en frente sabrá apreciar la pasión, pericia y genialidad que depositaste en cada uno de los intentos, sobre todo cuando cualquiera que se precie sabe que tus ideas cambian las cosas.
La paradoja esta aquí; si sabes que si te quedará 40 días, cinco meses o tres años de vida, cambiarías el 85% de tus prioridades ¿Por qué sigues haciendo lo contrario fingiendo que vivirás muchos más años? Qué engaño tan caro.
Vale, ahora que sabes que queda poco tiempo aquí. Piensa ¿qué cinco cosas harías / cambiarías sobre todo lo demás? Deja de malgastar este precioso momento, sal ahí fuera, ve y hazlas. Mañana estarás muerto/a. Como otros muchos que se fueron con el cártel de «demasiado pronto todavía» colgado en el cuello.
Adiós. No hay vuelta atrás. Y no hay un lo siento posible.
Photo credit: JD Hancock.