Bendecido y altamente favorecido

Recuerdo cuando el sábado 26 de septiembre (hace unas semanas) estaba corriendo los 72 kilómetros que separan Alicante de Alcoy. Venía con los cuádriceps realmente cargados después de los 253 kilómetros de ciclismo del día anterior, y los 112 que completé el jueves. Empecé a resentir el estómago justo al empezar, y eso que decidí permanecer en ayuno, porque sé que mi cuerpo y organismo toleran mejor la carrera sin nada sólido en él. Aun así, tuve que parar al menos en seis ocasiones. Sin embargo, cuando me hablaba a mí mismo, siempre empezaba diciendo: «estoy bendecido y altamente favorecido«.

Subiendo los más de 1.200 metros de ascensión que toma llegar desde Alicante hasta Alcoy, empecé a sentir pinchazos en los cuádriceps. Más tarde, sobre el kilómetro treinta, la planta del pie empezó a resentirse, primero la izquierda, luego la derecha. Cambié de plantillas, y fue peor, volví a las plantillas y no me aclaraba, cambié de zapatillas cinco kilómetros más tarde y sentí alivio, pero el dolor persistía. Entonces, volví a repetirme «estoy bendecido y altamente favorecido«.

Poco después, apareció mi gran amigo Raúl López, uno de los mejores profesionales del Fitness que he conocido. Bajó de Alcoy para acompañarme hasta la meta. Entonces me dije a mí mismo “estoy bendecido y altamente favorecido”.

Más tarde, cuando Raúl y yo estábamos llegando al kilómetro sesenta, encontré a mi madre y hermano, con una pancarta que decía, “no existe un mapa, vinieron a mostrar su apoyo y cariño. Habían estado buscándonos durante un buen rato hasta que nos encontraron. Cuando los vi, los abracé y sonriendo dije “estoy bendecido y altamente favorecido”.

Unos kms más tarde, no podía más, tuve que parar, medio aturdido. Sabía que estaba en el peor momento de los tres días (todavía faltaba uno más), casi caigo al suelo incluso. Entonces, sentado en el suelo y algo confundido, susurré en voz medio baja: «estoy bendecido y altamente favorecido«. Poco después, comí un aguacate, pavo, queso blanco y unas almendras, recibí un masaje y los cuidados de Saúl y estaba listo para el último asalto. Cuando estaba de nuevo arrancando, camino hacia la entrada de Alcoy, adivina lo que dije en voz alta…

Finalmente llegamos a Alcoy, acompañado de todo el equipo corriendo a mi lado. Pasando por mis lugares especiales de mi ciudad natal para finalmente cruzar la línea de meta imaginaria en casa de mis padres. Al llegar vi a mi madre asomada en el balcón y Raúl, Santi, Borja y Saúl exultantes y victoriosos, entonces volví a repetirme algo que era evidente… «Estoy bendecido y altamente favorecido«.

Cambiar la perspectiva cambia el juego por completo

Importa poco si son tiempos difíciles o fáciles, porque considera como un gran día cualquier día que puedas abrir los ojos y no estés entubado postrado a una cama, o tengas un contorno de tiza blanca alrededor de tu cuerpo (en este caso no abrirías los ojos).

Sea cual sea la circunstancia es la que está ocurriendo, no está ni en un lado (bueno) ni en otro (malo), pero está ocurriendo y eso nadie puede cambiarlo, pero sí cómo lo recibes y te lo tomas.

Pd. Feliz cumpleaños Lola (madre) y Javi (hermano), sois un regalo y una gran bendición para mí y para el resto del mundo.

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