Pedimos más feedback a personas que nos leen, escuchan, siguen o interactúan, que a los empleados de nuestra empresa, compañeros de equipo o integrantes del proyecto. Se requiere aprobar, mejorar y ajustar cosas que son reales o van a serlo. Y aun así, somos como la mayoría de personas, nefastos a la hora de saber cómo utilizar el feedback.
Quiero darte algo de feedback sobre dar feedback. Todo ello con el interés de promocionar tu carrera profesional, hacer que tus días en el trabajo sean más alegres y resonantes, mejorar la trayectoria de tus colegas, y generalmente, hacer que tu vida sea mucho mejor. Como es algo usual, las ideas son simples de entender – es llevarlas a la práctica la parte provocadora, eso te separa de ser disruptivo o no serlo.

Sesgamos nuestros pensamientos basándonos en el primer feedback que obtenemos. Y a menudo también el que damos. Eso son los momentos de mayor fragilidad, así que nuestro radar están en máxima alerta.
Sin embargo, la fórmula no funciona todo lo bien que querríamos. Primero porque obviamos muchísimos factores al dar el feedback. Y segundo porque pasamos por alto los mismo o más al recibirlo. Resultado, cómo utilizar el feedback de forma eficaz, productiva y servible se ha convertido en una habilidad núcleo casi erradicada.
Toda la sal es la misma. Si le añades diez cucharadas a la sopa, mejor que la tires. Continuar añadiéndola a una cantidad de sopa tan pequeña siempre va a acabar en el mismo desastre. Porque toda la sal es igual, pero no todas las personas son iguales.
Es por eso que no podemos dar el mismo feedback a todas las personas organizaciones, ni tampoco debemos conformarnos con recibirlo. Aunque tampoco podemos gestionar poco feedback, pero tampoco mucho. Es el arte de saber cómo utilizar el feedback.
Atribución imagen: ARS Electronica.