No hay un comportamiento auténtico. Casi todo el mundo viste ropa que no quiere vestir. Haciendo cosas que no quieren hacer y que no tienen nada ver con sus vidas. Este es el problema de esta sociedad.
¿Y cuál es el precio (o recompensa) por todo esto? Compra una televisión más grande. Compra ese coche de tus sueños. Esos zapatos caros. Viste esas marcas prohibitivas. Obtén el nuevo iPhone. El nuevo Mac. Consume, consume, consume, consume. Persigue objetivos, cada semana, o cada día. Intenta llenar ese vacío que ser un zombie ha dejado en tu interior.
La vida pasa a ser solo una triste sombra. Trabajas diez horas, más ir al trabajo y venir. Y al final del día, el único gesto que sale es la resignación. Esa es tu vida. Lo peor de todo es que estás comprometido a hacerlo durante el resto de los días. Entiendes que es una trampa solo cuando sales de ella, pero hay gente, millones de personas, que todavía no han podido salir. Piensan que es un buen trabajo. Conseguí mi trabajo fijo, mi plaza de garaje, mi casa, mi pareja, mi carnet de asociado al gimnasio, y mis vacaciones. Misión cumplida. Eres una pieza más de esta máquina que hace dinero sin parar.
El problema de esta sociedad: encaja
¿De qué sirve un súper-master si luego no puedes trabajar ni en Zara?
¿Para qué pedir un préstamo para irte de vacaciones si luego vas a estar maldiciéndote durante cuatro años pagándolo?
¿Por qué meterte en una burbuja cuando no sabes cuando va a explotar?
No hay una garantía de que comprar más, usar más, tener más, te haga más pleno. O más feliz, en última istancia.
No te pases el resto de tu vida haciendo lo que el mundo te dijo que no hicieras, porque nunca visite o creaste algo único.
Si todo el mundo va a la derecha, ve a la izquierda. Si todos compran, tu vende, si gastan, invierte, si amasan, da.
Deshazte del 90% de lo que tienes. No sirve para nada.
El problema de esta sociedad es que te persuade para lo contrario.
Atribución imagen: David Blackwell.