Aeropuerto de Málaga, conexión barcelona, destino final Bélgica (Tomorrowland). Recuerdo la primera vez que fui, en 2013. Hoy sigo repitiéndome el mayor de mis recordatorios: «haz Isra, haz»…
El crítico no hace nada.
El quejica tampoco hace nada.
El frustrado no hace.
El insatisfecho no hace nada importante.
El profesor acomodado no está haciendo nada digno de mencionar.
El funcionario que vive para la paga mensual tampoco está haciendo lo que sabe que podría hacer.
El jefe rodeado de incompetentes para sentirse mejor no hace nada por mejorar las cosas.
El retador que tanto admiras no hace nada honesto.
La sociedad ensalza a emprendedores que no hacen nada valioso y los convierte en héroes. Hawkers revolucionan el e-commerce. El Lío de Ibiza revoluciona el concepto restaurante nocturno. El Tenedor ha arrasado de la noche a la mañana. Cabify ha desmontado la industria del transporte.
Lo más preocupante sobre fijarnos en los gigantes que revolucionan industrias (no solo empresas, sino personas) es que vas a fallar en la mayoría de intentos a alcanzarlos. Seamos honestos. No solo fracasarás al final, lo harás incluso antes.
Aún así, siguen quedando demasiados soñadores. Los emprendedores que sueñan con una start-up que sea adquirida por Facebook. La empresa que sueña con su compra por un fondo de inversión. Son al final profesionales con un poco de éxito en el mercado, son los que funcionan sin un histórico o recursos significativos como la capacidad de maravillar a clientes. En ocasiones olvidamos que compañías como Google fueron financiadas por algunos de más grandes inversores del mundo.
Haz algo posible
Lo sé, lo sé, seguro que esperas que en algún momento diga, “no importa, haz que suceda”. Sin embargo, el hecho es, que la elección de ir contra lo imposible, retar el monopolista o reinventar la rueda ya reinventada, es una estrategia inútil, casi siempre. Después de todo, si sueñas sobre lo imposible y entonces persigues ese sueño que posiblemente no funcione, no tienes que preocuparte por ser criticado. No tienes que sentir temor sobre la responsabilidad de hacer algo, lanzar algo o encantar a tus clientes. Después de todo Isra, era imposible.
Desafiar a tu mayor oponente, cuando sabes seguro que perderás, es una manera de rendirte a la mediocridad y al miedo de no hacer, empezar, lanzar o acometer.
Mi mejor recomendación no-solicitada: olvida las grandes batallas, gana pequeñas batallas. Adquiere el superhábito de ganar, de hacer que algo suceda, de tener clientes que te echen de menos. Una vez que hayas demostrado que sabes cómo ser brillante, haz, haz, haz, haz, haz y haz, y entonces, luego, persigue lo imposible si quieres.
Haz pequeño.
Atribución imagen: edans.