Como dice Hugh McLeod, todo el mundo tiene su monte Everest privado que escalar, una carrera de 6 kilómetros, miedo escénico a hablar en público, nadar en el mar, dificultades con los idiomas, un maratón, dejar el tabaco – o alcohol – o las drogas, finalizar una prueba Ironman o expresar los sentimientos a la gente que ama. Hay miles de Everest personales que escalar. Podríamos hablar de ello como un reto, aunque esto no es sólo una prueba física, es una declaración de determinación, intento, propósito e insolencia y en muchas ocasiones, de espíritu de equipo.
Lo verdaderamente punzante no es que ese reto (cualquiera que sea) pueda parecerse a algo así como un imposible, no, sino que lo estremecedor es que algunos colegas del trabajo, amigos o antiguos compañeros de clase, personas que ni siquiera conoces y por supuesto, enemigos y escépticos, van a disfrutar viéndote caer. Eso no va a cambiar, es posible que tengan razón, quizás no estás preparado para colocarte delante de la audiencia y dar el mejor discurso de tu vida o sí, no tienes lo que hay que tener para dejar ese trabajo fustigador, ya. Es posible que peses 160 kilos y hacer un maratón sea algo infranqueable para ti, o no deberías ni siquiera intentar lanzar una idea en la que nadie cree, total vas a fallar, ya, es posible que eso sea cierto en esa realidad que otros se empeñan que vivamos, ya.
¿Sabes la mejor parte? Nada de eso importa, porqué, nada de lo que digan o hagan debería evitar que te apasiones por lo que pretendes conseguir y entonces, donar toda tu ilusión en el intento, eso es algo que nadie podrá arrebatarte jamás.
El poder de un intento intrépido e insubordinado, compartido y vivido intensamente, que colisiona contra las creencias y reglas del sistema, tiene 100.000 veces más impacto que una idea aceptada y consensuada por el Statu Quo.
Inténtalo.
Photo credit: izquotes.
3 comentarios
Es cierto, tiene 100.000 veces más impacto. Es como un tsunami y a veces te arrastra con él. Ya lo he experiementado.
Nada que merezca la pena es fácil, pienso que lo peor de todo esto no es lo que piensen o digan los demás. Lo peor es que te quedes con las ganas y la pena de no haberlo intentado y no saber como podías acabar, porque sera algo que te acompañe toda la vida y te preguntes que hubiera pasado si hubieras echo caso a tu instinto y no al de los demás.