Cada día es un día de maestría en el master de (aprender a) intentar ser humanos.
No se puede rechazar lo que cada uno somos, humanos, así que solo podemos añadir comprensión, compasión y perdón.
Comprensión para entender que lo que ha sucedido en tu vida no necesariamente debe determinar lo que eres. Es difícil de entender, pero el dolor pasado, aunque te convenzas de que forma parte de ti, en realidad ya pasó, solo que tú sigues enganchado a él, y por lo tanto haciéndolo real cada día como si estuviera pasando de nuevo a cada momento.
Compasión porque no somos tan grandes como para soportar tanto peso, ni tan pequeños como para pasar tan desapercibidos. También porque podemos ver a los otros por dentro, y a nosotros mismos.
Perdón porque sea lo que sea lo que haya pasado, nadie tiene la culpa, nadie lo hizo para hacer el daño que se pudo ocasionar, nadie viene al mundo a causar dolor a otros, recuerda esto siempre.
Cuando añades estos elementos a tu vida cotidiana, suavizas todos los bordes puntiagudos de las experiencias incómodas que obligatoriamente van a aparecer de forma continua.
¿A dónde voy con todo esto?
A intentar ser humanos…
El dolor es necesario para curar ese punto que no sabías que te dolía.
El miedo es el regalo que te muestra que tienes que pasar por él para llegar al nivel al que no podías acceder.
La frustración es la solución al problema de la impaciencia, porque en realidad de acelerar, debes de hacer justamente lo contrario.
La adversidad es el mejor aliado que puedes llevar en tu equipo, porque la inquietud que es capaz de crear en ti, te ayudará a permanecer en estado perpetuo de reinvención.
La oscuridad es el camino por donde transitar cuando te abres paso con la luz que hay en tu interior.
Solo hay que parar, respirar, recordarte que estás 200% equivocado, sonreír, seguir respirando, encontrar la perspectiva opuesta a la que te machaca, y entonces te verás rendido a la vida.
Intentar ser humanos, eso es lo único que podemos hacer, a parte de contemplar lo que está pasando.
Atribución imagen: David Robert Bliwas.