Hubo un tiempo cuando la audiencias amaban los discursos largos y las conferencias profundas. Edward Everett político de Massachusetts habló durante dos horas en Gettysburg al mismo tiempo que era considerado como uno de los oradores más reputados de toda la nación. Eso sucedió mientras que el de Lincoln duró solamente dos minutos, fue extremadamente corto para esa época. En aquello días, largo y extenso era algo bueno. Después de todo, nadie estaba deseando volver al despacho o casa para comprobar el email, comprobar los avances del proyecto en Basecamp o entrar en Skype para mantener una reunión. Todo ello con permiso de Twitter, Facebook y demás mecanismos.
¿Quién te escuchará?
Hoy los lapsos de tiempo son más cortos que nunca, hay un inmenso déficit de atención y una ridícula cantidad de tiempo disponible para ocupar esa mínima oportunidad de conectar. La media de duración de un vídeo hace tres años era de 2 minutos, “Gangnam Style” dura 4 minutos y 13 segundos y tiene más de dos mill millones de visitas, hoy la media de duración de un vídeo está entre 2 minutos y 1 minuto y medio. Esto te hace pensar si hay alguien que realmente escuche discursos verbosos de 2 horas o incluso 1 hora.
El único lugar donde las audiencias de cualquier tipo se sientan con total atención por más de 1 hora y media es en el cine o el teatro. Y, el único sitio donde hoy la audiencia de los negocios está dispuesta a sentarse y escuchar largas presentaciones es en el “keynote” de Mark Zuckerberg, Tim Cook o Larry Page en una de las más grandes conferencias del mundo, o el “jefazo” en la reunión anual de tu organización. Incluso entonces, ¿cuantos miembros de la audiencia están realmente prestando atención, y no comprobando el whatsapp o email en sus smartphones, enviando tweets en sus tablets o cuchicheando los unos con los otros? Probablemente, mucha más personas que tu “jefazo” desearía, estoy seguro.
Utiliza la mitad – o menos
Con eso en mente, me repito este mensaje a mi mismo (a mis clientes, a mi equipo, a mis colegas y ahora a ti) “córtalo por la mitad”. Este 2014 dejé de dar conferencias, discursos o charlas de 60 o 70 minutos y empecé a hacer todo eso en 30 minutos o 40 máximo en algunas ocasiones. El resultado es público más entregado, más y mejor retorno, más impacto, más frescura y conexión y mejor feedback. Siento que puedo decir lo que digo en 40 minutos, en 15 y es ahí donde voy a partir de este 2015. Siento que utilizamos demasiadas palabras, que muchas son vacías y huecas, que de 100 impactan 33. Siento que esto puede servirte a ti exactamente como a mí. Así lo deseo.
Esta es la solución para una audiencia que está en alarma nuclear con el tiempo y el trabajo frenético de responder a urgencias. Y obvio, la gran demanda de atención que existe.
Photo credit: Vladimir Gjorgiev // Shutterstock.
2 comentarios
Los smartphones y las apps sociales han destrozado nuestra atención en cualquier ámbito. Yo incluido. Triste, pero real.
Paso 1: volver (yo) al estado de atención pre-smartphone. Duro y complicado. Vamos a ello.
Paso 2: aplicar a nuestro contenido tips tan interesantes como los de este post, para así intentar lo casi imposible: captar la atención de una audiencia ultra-bombardeada por multitud de emisores de contenido simultáneo.
Paso 1: difícil, estoy aplicándolo para ciertas cosas y cuesta, pero es necesario.
Paso 2: creo que hay que impactarles de tal manera que no puedan escribir.