Si de pequeño y luego adolescente, algo he aprendido de «no comerme ni un rosco» ha sido. Primero, nunca vayas a por la tía más buena de la clase, garito, after, biblioteca o empresa, Isra. Segundo, tampoco a por la segunda mejor. Tercero, cualquiera de esas dos conseguirán que hables en monosílabos. Cuarto, nunca nadie dijo que tuvieras que conformarte con lo que no te gusta, en la otra parte está la soledad, puedes abrazarla y vivir un viaje mágico a lo más profundo de tu ser. Y por último, las dos más importantes, quinto «no», el rechazo es lo mejor que puede pasarte, hoy no lo verás de esa manera, pero mañana sí creeme. Sexta, el coraje no es la ausencia de miedo, sino que hay algo que es más importante que el miedo.
Seguro, creo que tomar riesgos e intentar cosas nuevas es objetivamente más importante que mis ridículas ansiedades. Ansiedades mayormente propiciadas por estereotipos vacíos, o por una sociedad que se desmorona por momentos. Personalidades a las que te gustaría llegarte a parecer, cuando en el fondo nunca serán lo felices que eres tú. Frustración por alcanzar un éxito profesional que no nunca llega, ni mereces. Claro que esto no significa que deje de existir el tan a veces malinterpretado miedo.
Hacer esta evaluación de valor sobre mí significa nada si no poseo la fuerza de actuar para cambiar ese resultado.
Entonces ¿Cómo puedo (puedes) seguir siendo ese tío inconsciente, intrépido e intenso que parece que no tiene miedo a nada? ¿O ese emprendedor atrevido que no tiene miedo a perderlo todo? ¿O esa persona que a pesar de tener dudas e inseguridades las aplaca con contundencia? ¿Ese mapmaker que toma riesgos importantes a pesar de que podrían llevarle a grandes fracasos o a algunos grandes éxitos? ¿O esa persona – que consideró que soy – que permite experimentar muchas clases de miedos, entonces respirar profundamente para apartarlo a un lado y hacer lo que ha venido a hacer igualmente?
Cómo no tener miedo a nada
Hay 6 cosas que me ayudan a tumbar miedos.
1. Admito mis debilidades, que las tengo, y son muchas. Hablo de ellas, ¿En público u delante de desconocidos? Mejor todavía. Pierdo el miedo cuando estoy dispuesto a sucumbir por la pretensión de la invulnerabilidad, mientras al mismo tiempo, permanezco comprometido, efectivo y alerta.
2. Soy realista con mis objetivos. Como Ícaro, si vuelo demasiado alto, el sol quemará mis alas si vuelo demasiado bajo, chocaré con las rocas. De tanto practicar esto, he encontrado mi velocidad crucero. Además ser realista me ayuda a estar en calma y operativo en situaciones de parálisis y miedo, reforzando la confianza en mí mismo y la voluntad de volver a intentarlo de nuevo.
3. Cultivo equilibrio en todas las las áreas de mi vida. El miedo es una respuesta natural a situaciones de amenaza. Puedo reducir esas reacciones emocionales negativas, solo si he cultivado equilibrio en todas las áreas de mi vida. He trabajado durante años en esto mismo, sin descanso. El equilibrio me hace fuerte, convencido e implacable, principalmente porque no dependo solo de una cosa, sin mencionar que cualquier factor externo dependiente es solo una ilusión. Elimino de mi mente la compulsión de estar ganando siempre. Una vida equilibrada – rápida, intensa y en exceso, como es mi caso – es el contribuyente más grande hacia una personalidad que no conoce el miedo.
4. Re-programo mi discurso interno. La raíz del miedo reside en las conversaciones que tenemos con nosotros mismos. Con el paso de los años, la conversación que ocurre dentro de mi cabeza dice que es comprensible cometer fallos o pedir ayuda. He anulado todo pensamiento o discurso mínimamente saboteador contra mí mismo, en lugar de eso lo he ido cambiando por optimismo, impulso, razones y ejemplos para tomar la iniciativa más todavía.
5. Saco a la luz mi miedo en su estado más puro. Hay miedos que sí son miedos o cosas que realmente te ayudan a mejorar como miedos. De lo mejor que he hecho en este campo es saber muy bien cuáles son mis dos mayores miedos de mi vida. Uno es que la gente que amo sufra y el segundo no hacer nada (descubierto en mi experiencia Ayahuasca). Tenerlos siempre presentes y visibles me ayudan a ignorar todos los demás miedos sin importancia.
6. Comparto miedos. Es como feedback pero sobre lo que más te amedrenta. Compartirlo con la gente que más admiras te ayudará a ver el miedo de otra manera la cual no es miedo.
Esto no me ayuda a ser el más valiente o atrevido de la clase, esto me ayuda a llevar a cabo todo lo que pienso y en lo que creo. Es lo que merece la pena para mí. Deseo que encuentras algo extrapolable en todo esto.
Photo credit: Chema Solís.
2 comentarios
Más que no tener miedo a nada creo que lo verdaderamente valioso es lo que has calificado como «Sexta Enseñanza»: Actuar a pesar de tener miedo. Es difícil, pero es lo que marca la diferencia. Es lo que hacen aquellos que creemos que no tienen miedo a nada. Sí lo tienen, pero no se quedan paralizados ante él. Han aprendido a seguir caminando en dirección a ese miedo en lugar de quedarse paralizados por él.
Buena aportación Javier, da más comprensión al post.