Ríndete. Esto es de suma importancia:
Si quieres no hacer nada, no hagas nada.
Si quieres saltar, salta.
Si quieres bailar, baila.
Si quieres salir a la calle disfrazado, disfrázate y sal a la calle.
Si quieres estar sola, permanece sola.
Si quieres levantarte tarde, levántate tarde.
Si quieres dejar el trabajo, deja el trabajo.
Si quieres dejar de ser disciplinado, deja de ser disciplinado.
Si quieres ser mediocre, sé mediocre.
Si quieres tener un desliz, ten un desliz.
Si quieres levantarte muy temprano y entrenar, levántate temprano y entrena.
Si quieres dejar de hacer algo que no te llena, deja de hacerlo.
Si quieres hacer algo que nunca antes has hecho, ve y hazlo.
Si quieres salir de juerga y no volver en dos días, sal y no vuelvas en dos días.
Si quieres dejar tu relación porque no te aporta lo que buscas, deja esa relación.
Si quieres dejar de escribir todos los días, deja de escribir todos los días.
Si quieres romper tu productividad, rómpela.
Si quieres cambiarlo todo, cámbialo todo.
Si quieres descansar por la razón que sea, descansa.
Si quieres amar, ama.
Si no quieres ir porque te da pereza, no vayas.
Si quieres rendirte, ríndete.
Cuando haces lo que haces ¿Quién manda y empuja? ¿Tu mente o tu corazón? Si más del 40% de lo que haces a diario, lo habitual y común, está solo propulsado por lo que dicta tu mente, si no estás en problemas con tu interior, lo estarás tarde o temprano.
La disciplina es increíble, te ayuda a conseguir cualquier cosa, pero cuidado, cuanta más disciplina adquieres, menos margen das a un alma y corazón que necesitan ser libres.
Tu mente dice lo que debes hacer, tu corazón lo que desearías hacer. ¿A quién hacer caso?
Cuidado con lo que haces a diario, puede que un día, cuando te mires en el espejo del alma, encuentres un gran vacío.
Ríndete, más a menudo.
Photo credit: Erich Ferdinand.