La función no puede terminar hasta que el último cliente haya abandonado la sala. Hasta que el artista no haya tocado su último hit una última vez mas.
El combate no termina mientras haya un solo oponente en pie.
La carrera no ermita hasta que no hayas cruzado la meta o hasta que literalmente no puedas llegar a ella.
El concurso no termina hasta que la persona más perspicaz no resuelva el acertijo.
La intensidad no termina hasta que no te vas de este lugar sagrado.
La resistencia no termina hasta que el imperio haya sido derrocado.
El intento no termina hasta que no consigamos aquello que merece la pena.
La clase o termina hasta que la lección y su aprendizaje hasta llegado a los alumnos.
El desafío no termina hasta que no sientas que te hayas superado a ti mismo y hayas saltado alto.
La enfermedad no termina hasta que no la hayas erradicado, o te erradique ella a ti.
La idea no termina hasta que no impacta contra el mercado.
La canción no termina hasta que la hayas bailado.
La explicación no termina hasta que todo el mundo lo haya entendido.
El amor no termina hasta la flama siga prendida, incluso aunque solo queden las cenizas.
El vacío no termina hasta que des de bruces con él.
El proyecto no termina hasta que haya sido desarrollado por completo. Hasta que no haya sido lanzado, probado y aplicado.
La vida no termina hasta que la hayas experimento. O al menos no debería terminar.
Terminar es cosa tuya
Esto no debe terminar hasta que tu lo decidas. Hay una elección que separa a las personas inconformistas, mapmakers y que sobresalen, del resto. Es una declaración de intenciones que dice así: «esto no termina hasta que yo no lo decida».
¿Terminamos?
Photo credit: Hitchster.