Hace seis días que terminó el PEIG – Programa de Excelencia Isra García – para desempleados. Acabo de llegar a Valencia por unos días, después de cuatro días de juerga y desconexión en Ibiza. Antes de ayer dormí 17 horas y ayer 13 horas. Necesitaba recuperar energías y horas de descanso. Esta mañana he tomado un tiempo para reflexionar y escribir sobre todo lo aprendido y vivido en PEIG. Todavía sigo absorbiendo todo lo acontecido. El último día fue la culminación de esfuerzo, contundencia, tensión, incertidumbre, excelencia y auto-liderazgo. Fue un día de exposiciones personales y grupales, día de feedback para mí, un día de recapitulación.
Sé qué es lo que hace sobresalir a las personas, y sé cómo hacerlo, tengo cero pudor en reconocerlo. Porque sé cómo provocarlo. Volvió a suceder, en esta ocasión en un contexto diferente.
Ve a las primeras imágenes que subí en Instagram los primeros días, observa los rostros de todos y cada uno de los participantes. Ahora fíjate en esta imagen del último día, y dime que ves en la mirada y la postura de todos los participantes. Es diferente, cada uno de ellos se enfrentó a su peor miedo.
Hasta que no enfrentamos el miedo de aceptar quiénes somos, no somos capaces de desatar lo que somos.
Todos tenemos algo que nos retiene, y somos nosotros mismos. Miedo al rechazo, a ser reconocidos como un fraude, a no encontrar nuestro propósito, el trabajo que merecemos, la persona de nuestras vidas. Distracciones. Sabotaje. Patrañas. Pajas mentales.
Una vez está reconocido y aceptado, el siguiente paso es tomar acción inmediata e implacable.