Deberías sentirte culpable de fallar, claro. Has usado demasiadas veces la palabra éxito. Has subido demasiadas fotos increíbles en Instagram. Anunciar publicaciones llenas de un exotismo, pretensión y belleza tan obvias y tan radicales, que distorsionan lo que es nuestra realidad. Tienes el permiso de sentirte culpable por no habernos hecho creer que lo que has conseguido no ha sido resultado de tu marca personal, sino de tantas noches sin dormir. Culpable por contarnos las anécdotas fáciles y no los momentos de vulenrabilidad y marginación. Tienes la culpa de que muchos piensen que todo el mundo tiene que ser la próxima Marie Curie o el próximo Steve jobs.
Has utilizado la palabra «genio», «rockstar» o «jefazo» de ________________ (coloca aquí la especialidad, área o campo que más hayas sobre-usado y devaluado) a menudo para expresar tu pasión de que Internet y esta economía disruptiva hace que todo el mundo tenga el mismo potencial para ser fantástico solo porque están viviendo esta época. No. Estamos en la economía más competitiva de todos los tiempos y no, no todo el mundo va a sobresalir. Desafortunadamente.
Sé culpable de fallar
Es genial ser ostentosos. Parece que todos somos famosos, populares y admirados. Sin embargo, nada de esto te ha llevado donde estás ahora y definitvamente no. Tampoco te llevará donde necesitas ir, el lugar que te venden, la tierra prometida.
Fallar en silencio. Caer solo. Trabajar duro sin celebraciones o admiración. Liderar cuando otros no lo ven. Arriesgar cuando podría no funcionar. Eso es lo que significa empujar hacia delante. ¿Sabes por qué _________ ha triunfado? Porque hizo el trabajo que importaba.
Llámame puritano, pero fracasar útilmente sin parar es la clave, fallar de forma valiosa. Es sobre hacerte a ti mismo, primero trabajando de forma sobrecogedora y luego de forma inteligente. Sé culpable, pero culpable de fallar valiosamente, una y otra vez.
Entrevista: Candela Copparoni.