Es una forma bastante clara de decirte que sea lo que sea, lo hagas. Que te decidas. Échale huevos.
Aquello que nos separa de vivir de forma auténtica es lo mismo que no nos deja dormir tranquilos. Algunas cosas yacen en el subconsciente y salen a la luz con el tiempo y experiencias. No soy ningún profesional en ese tema, así que no puedo ni quiero decir más sobre esto. Por el otro lado, hay otras cosas que sabemos y vemos en nosotros mismos. Que nos horrorizan, nos incomodan o nos frenan de una gran manera. Es el lado oscuro, o mejor, oculto que todos tenemos. Es esa armadura que construimos para ser inexpugnables, porque pensamos que de esa forma nadie nos hará daño. Claro, nadie te hará daño, porque ya lo estás haciendo tu mismo.
Échale huevos
Voy a echarle huevos, como está haciendo mi amigo Nacho Vidal en su campaña «No Hay Huevos». Voy a contarte siete cosas que me no he contado a casi nadie:
1. A veces tengo la sensación que profesionalmente me quedo atrás, que pierdo el tren. Siento que dejo de ser el profesional realizado que soy, que no valgo lo suficiente. Durante muchos años me he considerado a mi mismo un fraude. Subsconscientemente, esto no me ha permitido darme la licencia de merecerme cualquier cosa que ha pasado por mi vida. Esto ha sido doloroso.
2. Desde diciembre del año pasado a julio de este año perdí la mayor parte de quien era. Si tenía una chispa la había perdido. O si tenía una pasión, la había dejado atrás. Si tenía un propósito ya no lo recordaba. Pensaba que podría estar perdiendo mis valores, mis principios. Eso fue carcomiéndome cada día más y más. Me miraba al espejo y no me reconocía. Me comparaba con otra gente. Pensaba cómo debería actuar y qué decir en lugar de hacerlo como había hecho hasta entonces. No estaba motivado, no tenía ese “algo” que creo que todos tenemos y nos hace genuinos.
3. Le doy demasiadas vueltas a las cosas, demasiadas. Eso en muchas ocasiones, no es bueno.
4. Estoy tan obsesionado con el tiempo que a menudo doy poco o ningún tiempo para que otras personas entren y poder así compartirlo con ellas.
5. Recuerdo humillaciones en público cuando era pequeño, sé quiénes son esas personas. algunas queridas y otras no. Sé que hasta que no mantenga conversaciones con todas ellas, no lo dejaré atrás.
6. No estoy en paz, mi ego es todavía muy poderoso y fuerte. No me gusta decirlo ni admitirlo, pero dolería más no reconocerlo.
7. A menudo me pillo a mi mismo actuando de forma odiosa, irracional, incomprensible y estúpida. Faltando a la consideración de las personas que están a mi lado y despreciando el tiempo, energía o buen voluntad de esta gente.
Hazlo por ti
Tranquila/o no te voy a pedir que me cuentes algunos de tus “secretos”. A lo mejor quieres contármelos, pero a lo mejor quieres contárselo a las personas que te importan, respetas y aprecias. O a lo mejor quieres decirle al mundo entero algo que has estado callando durante años. Con la opresión y angustia que conlleva. Hoy podría ser un buen momento para echarle huevos y sacarlo. Decirlo. Contarlo. Conversarlo. Solucionarlo. Ahora hay tiempo, tu vida lo merece. Deja de castigarte.
Lo que sí te voy a pedir, hoy en un día de nochebuena es:
1. Ayuda al proyecto de Nacho, compra los huevos, por una buena causa. Regálalos a algún familiar o amigo que tenga que echarle huevos al asunto. Los beneficios de la venta irán destinados a Chrysallis (asociación de familias de menores transexuales).
2. Nunca te engañes a ti mismo, hay pocas cosas más espantosas que esto.
3. Merécete.
4. Cuando eres capaz de ser vulnerable te abres de forma veraz a una transformación personal o profesional.
Échale huevos, estás a tiempo. Todavía.
Feliz nochebuena.
Ilustración: Mamen Díaz.