El Viaje, sábado tarde, 20h, Vuelo Londres – Madrid, de vuelta a casa por unos días después de Australia y Japón. Vuelo de Iberia, el avión poco lleno, muchos sitios libres. Mi asiento, pasillo en la salida de emergencia derecha. Muchas horas de vuelo previas (Tokio – Londres), todo el trabajo que tenía programado estaba hecho, no disponía de mucha batería en el ordenador, leer me agotaba y hacía se cerraran mis ojos. No quería dormir, para así poder llegar a Valencia, dormir y no tener jet lag. Al momento de despegar, me di cuenta de que los seis asientos de la fila de atrás, en la derecha y en la izquierda, estaban cubiertos. Al parecer todos se conocían entre sí, ya que mantenían conversaciones muy animadas y agitadas. El tono era bastante alto, se notaba que éramos Españoles, el contraste era todavía mayor al venir de Japón, el país del silencio y las buenas maneras.
Escuchar las conversaciones que estaban teniendo lugar era algo casi inevitable, no solo yo que permanecía en el asiento de detrás, si no podías escuchar un murmuro unas cuantas filas más hacia delante o atrás. Fue una de esas “charlas” la que me impactó tanto que estoy escribiendo sobre ello. No podía creer lo que estaba escuchando.
Estas personas, al parecer, por lo que voceaban más que hablaban, eran profesores que venían de unos días de intercambio cultural en Londres junto a algunos alumnos suyos. Justo detrás de mí había tres profesoras que comenzaron a hablar sobre el rendimiento de sus alumnos, de su trabajo y responsabilidades como maestros, próximos planes e ideas que aplicar en clase. Hasta aquí todo normal, nada de mi incumbencia, siempre y cuando no berrearan. No fue ese el caso, así que forzosamente me enteré de toda la conversación.
Lo exclamativo y alarmante comenzó cuando empezaron a desarrollar dichos temas. El tema: la educación mediocre, la causa, los responsables de arreglarla.
Sobre el rendimiento de los alumnos
“La verdad es que hay niños que no deberían ni estar en el colegio, o bien en casa con sus padres o bien en un zoo o en un correccional”.
“Hay chavales que por mucho que les ayudes no llegarán a ser nada es mejor centrar las energías en los que sí tienen posibilidades”.
“La mayoría de lo que enseñamos es una chorrada, no creo que les sirva para nada en un futuro”.
“Como ellos vienen a hacer lo justo (refiriéndose a los alumnos), puedo nosotros también vamos a hacer lo justo”.
Sobre su trabajo y responsabilidades como profesores
“Cada vez nos exigen más, ¿para qué? Si total, quien tenga que ser algo lo será por su esfuerzo y constancia, no por lo que vayan a aprender de nosotros”.
“Está más que claro, hay que llegar, dar la clase y marcharnos, no tomarlo como algo personal, porque de lo contrario, te amargas la vida”.
“Nos merecemos más de lo que tenemos”.
“¿Para qué queremos calentarnos la cabeza? Si luego nadie nos lo reconoce…”
Sobre próximos planes
“Lo importante es salir del convertido y entrar en un colegio público, con un buen salario y fijo, y no tener muchos dolores de cabeza”.
“Hablaré con los padres de ____________, al final son ellos los que tiene que educar a su hijo, y no yo”.
«Debo salir de aquí (del colegio, de su labor de profesor) de la manera que sea y cuanto antes«.
Sobre ideas que aplicar
“Lo que hemos visto en Londres es muy bueno, pero en España no lo van a saber apreciar, así que mejor lo guardamos para una mejor ocasión”.
“Quieren que innovemos y seamos creativos, pero no quieren pagarnos más”.
«¿Nuevas ideas para qué? Luego caen en saco roto…»
¿Es este un caso aislado en la educación mediocre que tenemos?
El nivel de despotismo, indiferencia y mediocridad llego incluso a asustarme. Podrías pensar que es un caso aislado, ¿lo es? ¿Es una caso aislado que me encuentre en un avión de Londres a Madrid con más de 9 profesores que conversaban de forma cínica y escéptica sobre la educación a nuestras futuras generaciones? ¿Lo es? Pensaré que sí, es un caso aislado, y no generalizaré, pero eso no oculta mi preocupación por el resultado de esta educación mediocre que vivimos.
Cada día, cuando tengo la oportunidad, veo miradas perdidas en más adolescentes que acaban la enseñanza secundaria. Veo identidades confusas en jóvenes que acaban la universidad. Y veo almas sin principios ni valores que acaban un MBA o llevan años trabajando en una empresa. No olvidemos que una parte de responsabilidad recae en esos profesores que se lavan las manos.
No sé tu, pero mi compromiso contra la educación mediocre sigue en pie. Mi compromiso con pequeños, adolescentes y jóvenes estudiantes sigue firme. No puedo ayudar uno a uno, pero sí de forma colectiva. Si se te ocurre a quién y cómo, contacta conmigo en connect(arroba)isragarcia(punto)com, ofrezco talleres, apoyo, guía, charlas, experiencias.
Atribución imagen: Pedro Ribeiro.
2 comentarios
Te recomiendo trabajar de profesor, muchas perspectivas cambian.
Hola Sil, te habla Saray del equipo de Isra, gracias por tu comentario, Isra ha sido profesor durante años y estamos de acuerdo, hay profesores geniales que cambian vidas.