Casi todo el mundo está infectado con la enfermedad de esperar.
Esperar a estar listo, a que sea el momento perfecto, hasta que sientas el compromiso necesario, a que llegue la oportunidad que mereces. Esperar a que llegue el amor, a que tus finanzas se arreglen y vuelvas a estar en números positivos, esperar a que algo suceda. Sí, esperar al fin y al cabo.
Eso no es más que la muerte de tus sueños. Es la muerte de todo lo que siempre has querido ver materializado en tu vida.
Esperar a tener el dinero suficiente. A perder peso. A activar tus relaciones familiares, a lanzar tu negocio en amazon, a que alguien te enseñe cómo crear una gran vida. Esperar a recuperarte del trauma o vencer la negatividad que hay en ti.
Tienes que estar dispuesto a hacerlo con miedo, con preocupación y con duda.
«Estoy tan preocupado que no sé si debería moverme«.
Muévete igualmente.
Hoy es el día que paras de esperar
Mejor morir saltando que permanecer en el filo del precipicio rezando para obtener el coraje que te ayude a saltar.
No vamos a esperar, vamos a hacer lo que tengamos que hacer. Porque cada vez que lo haces, obtienes las mismas consecuencias, un retorno, un resultado. Una recompensa.
Ve y tómalo. No huyas más.
Ve y toma ese aprobado en el examen de conducir.
Ve y toma esa información que te ayuda acceder a un nuevo nivel en tu especialidad.
Tienes que ir y hacerlo.
Nelson Mandela lo hizo, incluso aunque no sabía si estaba bien hecho.
Mahatma Gandhi lo hizo sin saber si era lo adecuado.
La Madre Teresa de Calcuta lo hizo, sin buscar afirmación o confirmación si estaba en lo cierto o no.
Martin Luther King también lo hizo, incluso sin saber si pasaría antes de que su vida acabara.
Lo que resulta interesante es que cuando te comprometes y tienes la valentía de empezar a hacer lo que sientes que debes hacer, podría no ser perfecto, pero lo increíble es que sabrás cómo hacerlo mejor y mejor hasta lograrlo.
Atribución imagen: Vadim Timoshkin.