Las Navidades no son seguras. Algo malo podría ocurrir. De hecho tarde o temprano, probablemente algo malo ocurrirá, es ley universal.
Viajar en tren no es seguro. Ambos sabemos que en cualquier momento el tren puede descarrilar.
Una persona tranquila, confiada, empática, asertiva y madura tampoco es segura. Conocemos una docena de maneras para interrumpir su paz.
Comprar no es seguro. Podrías ser estafado.
Ligar no es seguro. Podrías (de hecho serás) rechazado.
El fútbol no es seguro. Hay jugadores que mueren jugando un partido.
Salir a bailar no es seguro. Hay gente que nunca vuelve a casa.
Decir lo que piensas. Podrías ofender a alguien.
Dar un paso al frente no es seguro. Podrías caer.
Crear algo nuevo no es seguro. Fallarás, quizá profundamente.
Ahora que ya no hay nada seguro para toda la vida ¿qué vas a hacer? ¿esconderte? ¿arrinconarte, pedir permiso y trabajar para complacer a otros? ¿hacer caso a lo que te dicen en el colegio o en la universidad? ¿hacer lo que te manda tu jefe? ¿ahorrar dinero para lo que pueda pasar?
Eso tampoco es seguro.
Intenta en lugar de todo eso hacer algo que importe, tampoco es seguro, pero merece la pena ver que sucede después.
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