Y tienes que lanzarla con 16 años. Y tienes que buscar inversores que compren tu idea para entonces poder financiar esa startup.
Luego tienes que venderla por 10 millones de euros. Y entonces volver a montar otra startup y volver a empezar el ciclo, solo que esta vez ya no podrás volver a tener 16 años. Así hasta que algo no funcione bien, fracases y entonces aparezcas en las listas de las jóvenes promesas que más rápido ascendieron al éxito y más rápido todavía descendieron a los infiernos.
La mayoría de startups que nacen en estos días están en peligro. Las razones:
Sin colisión es solo una idea
La idea, negocio o servicio o producto no se puede sostener por si mismo, necesita financiación externa para ser viable. Por lo tanto, con todos nuestros respetos, no es una startup, solo es una posible buena idea esperando ser puesta en marcha.
Larga vida a la auto-financiación
Los inversores son cada vez más selectivos y cautos sobre en qué, cómo y donde invertir. Esto precede el punto de dolor que arriba mencionábamos. Una startup con una posible buena idea tiene menos probabilidades de conseguir financiación externa, que una que ya está articulando su producto o servicio y éste produce un resultado y retorno actual. Esto es medible y real, lo cual atrae a inversores dependiendo de esos dos factores.
Startup por obligación
Es idéntico al caso de ser emprendedor por obligación, porque no hay otra salida, porque no sabes qué hacer si no. Esto, de forma lógica, es una muerte anunciada por anticipado. Si no creas tu startup (o emprendes) porque así lo sientes, porque piensas que puedes cubrir un micro-segmento con una utilidad real y tienes experiencia en ese área, un equipo apasionado y recursos para todo ello. Mejor cambia de estrategia.
Startup / emprendedor/a versus empresario/a
El sistema nos ha indoctrinado para creer que la próxima revolución vendrá de un chaval de 16 años con una idea genial en forma de startup que construye desde el garage de su casa. Eso es un error fatal. Puede que una gran y muy válida y aceptable idea venga de ese o esa joven, pero ¿Y la puesta en marcha? ¿El desarrollo del negocio, productos y servicios? ¿El crecimiento sostenido del negocio en los primeros y luego posteriores años? ¿Qué pasará cuando venga una crisis y las cosas no funcionen bien? ¿Sabrá reaccionar a ello?
Un emprendedor no es un empresario, o un verdadero emprendedor, hasta que no pasa por ese momento donde el negocio (o startup) cae en picado, debe despedir a sus trabajadores, rediseñar el producto, reflotar las finanzas y cambiar de estrategia para entonces hacer resurgir al negocio. Es decir, la mayoría de startups, emprendedores y nuevos negocios quedan fuera de este grupo, ya que el primer vendaval se los lleva por delante para siempre
Tienes que montarla
¿En serio? Poder lanzar algo no significa tener el deber de hacerlo. Aunque es más fácil enfrentarte a lo que no entiendes con la suerte de romper la piñata, que ser mejor en lo que haces haciendo el trabajo importante. El que es escaso, requiere de ingenio y artesanía y te enfrenta contra esa pared en blanco.
¿Startup? Sí, claro. Esa que consigue vender su propio producto y demostrar la validez de su idea antes de ser bendecida por cualquier vara mágica.
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