La batalla (y el baile) de la atención

La mayoría de nosotros seguimos obsesionados (y felices) con la economía del dinero. Ganamos y gastamos, gastamos y ganamos, entonces prestamos atención a qué es lo que cuestan las cosas. La atención está en el valor/coste de lo que compramos. Esto hace que los profesionales del marketing, ventas y comunicación, centren sus esfuerzos en el precio de las cosas… Comisiones, márgenes, precio de venta. Es fácil medir la economía del dinero. En cambio, hay una economía casi igual de importante en funcionamiento, y la cual ignoramos o infravaloramos. Estoy hablando de la economía de la atención. Un modelo económico construído entorno a la atención.

Considera estas preguntas:

  • ¿Cuánto permiso costaría avisar a toda mi base de datos?
  • ¿Cuánto tiempo ahorrarían mis clientes con unas instrucciones más precisas?
  • ¿Malgastamos el permiso cuando hacemos seguimiento a nuestros clientes?
  • ¿Recibirá mi candidatura una empresa que no está interesada en mí?
  • ¿Tendré éxito si destino las acciones de marketing a personas que apenas conozco?
  • ¿Tengo que comprar la atención que no consigo ganar?

La atención es un poco como el sector inmobiliario, una burbuja que explota, arrasa y luego vuelve a empezar. Y que cada vez que lo hace aumenta en valor, pero no en retorno.

La economía de la atención: un baile sin final

la economía de la atención

La atención es escasa porque no es solo un instinto y es increíblemente frágil. Algo que deseparece frente ante la avaricia, la ignorancia o los trucos maliciosos. Es escasa porque no escala. No podemos prestar atención a más de dos cosas a la vez, y no podemos prestar atención máxima algo por más de 90 minutos. Cada día crece más el número de empresas, movimientos y profesionales que tratan de competir por nuestra atención. Esto además se multiplica cuando apenas atendemos el momento en el que vivimos.

El baile empieza porque muy a menudo perdemos atención en cualquier aspecto de nuestras vidas. Tenemos que confiar

El baile empieza porque una vez que adquirimos la atención, pedir la misma atención corta toda la confianza.

Las mejores ideas, las mejores vidas, el mejor trabajo, no necesitan más que la atención del momento.

Atribución imagen: Simon Ingram.

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