La práctica es la vida y la vida es la propia práctica.
Dicho de otra manera:
Si no practicas no puedes comprenderlo.
Si no practicas no puedes explicarlo.
Si no practicas no hay progreso.
Si no practicas no puedes experimentarlo.
Si no practicas no hay experiencia.
Si no practicas la virtud no existe.
Si no practicas no sabes que es verdad.
Si no practicas no conectas con tu instinto.
Si no practicas no puedes estar en lo que haces
Si no practicas se pierde este momento.
Si no practicas no hay sabiduría.
Si no practicas no puedes ver a través de tu propia naturaleza.
Si no practicas no hay una mente vacía.
Si no practicas no puedes ser uno con todo.
Si no practicas no hay aquí y ahora.
Si no practicas no vives.
Por eso la práctica es la vida y la vida se convierte en la práctica.
La vida es la práctica
Hay un cuento Zen, que además es un Koan, se llama la Célebre Historia de los Champiñones:
El Maestro Dogen había ido a China para encontrar la verdadera sabiduría, para comprender el Zen, pero no había conseguido comprenderlo a pesar de haber estudiado muchas cosas. Un día llegó a un templo muy pequeño. Era verano y hacía mucho calor. Encontró a un monje muy anciano que estaba trabajando bajo el sol. Su trabajo consistía en secar champiñones. El anciano extendía estos champiñones por el suelo bajo un sol abrasador a pesar de su edad.
Al ver esto, Dogen le hizo una pregunta: «Usted es un monje superior y anciano, ¿por qué trabaja? Hoy hace mucho calor, hágalo otro día.» La respuesta del monje anciano, muy interesante, se convirtió en una respuesta histórica del Soto Zen.
Así fue como Dogen obtuvo el Satori. El Monje le dijo «Joven, usted ha venido de Japón. Usted. es inteligente y comprende el budismo, pero no comprende la esencia del Zen. Si no hago esto, si no trabajo aquí y ahora, ¿quién podría hacerlo? Yo no soy usted, yo no soy los demás. Los demás no son yo, si no lo experimento aquí y ahora, no podré comprenderlo. Si un joven me ayudara a trabajar, si yo me limitará a mirarle, no podría tener esta experiencia de secar estos champiñones. Si yo dijera: Haz esto o aquello. Ponlo aquí o allá, no podría experimentarlo yo mismo. No podría comprender el acto de este aquí y ahora…»
Si no experimentamos, no podremos comprender la verdadera esencia de las cosas, porque la vida no puede ser comprendida por el cerebro, la vida solo puede practicarse.
Practica. Entrena. No eres los demás, los demás no son tú. Existe.