Día 2 de Stand OUT Program Colombia aquí en Bogotá, ayer 17 horas de tensión y trabajo implacable. Frente a frente con 10 personas totalmente comprometidas. Esto me hace pensar largo y tendido sobre la educación ¿Por qué una educación voluntaria como esta es diferente de la enseñanza obligatoria?
Somos la víctima o beneficiario de la enseñanza obligatoria porque es algo que nos sucede, no algo que hacemos porque elegimos. Hay pocas elecciones, porque no hay opción más que la obligación. Quizá podrías abrir tu mente, adoptar una postura receptiva y hacerlo lo mejor que puedas, da igual, es lo que hay.
Ahora que los adultos como tú o como yo, tenemos una clara elección. Además de los más jóvenes, incluso me atrevería a decir que hasta los más pequeños. Que esa elección es ilimitada es algo fuera de toda duda. Muchos eligen aprender lo justo, mientras otros profundizan y encuentran oro en forma de sabiduría, perspicacia y aprendizajes vitales que les cambian. Llevando eso a oportunidades que nunca hubieran imaginado. ¿Por qué entonces hay tantas personas que siguen abrazadas a la enseñanza obligatoria y no se lanzan hacia la educación voluntaria?
Tengo dos enfoques:
1. “No conseguiré cambiar nada”
La verdad es que no necesitas ninguna licencia, experiencia o habilidad para posibilitar la educación voluntaria. Puedes publicar vídeos, grabar un podcast con personas relevantes, escribir ebooks, artículos. Puedes crear un espacio donde se reúnan personas entorno a una forma singular de educar.
Como resultado, hay muchas formas de educar a quien desea ser educado. También hay muchas formas de no enseñar nada valioso y que todo sea un negocio fraudulento e hipócrita. Al haber más opciones, la exigencia incrementa, entonces entregar algo que realmente cree un impacto educativo se vuelve interesante. Si no se cumplen las expectativas, la decepción ocurre, si eso pasa, el mercado te marcará de por vida.
Mi segundo enfoque es más sorprendente, creo.
2. “Podría cambiar algo”
Esto es real, es decepcionante, incierto y poco convincente, la mayor razón por la cual las personas dudan. Lo hacemos precisamente porque la formación podría no cumplir lo prometido. Una nueva experiencia, dinámica, taller, evento, práctica o profesor, podría mostrarnos algo que no podemos preveer. Eso podría llevar a cuestionarte, a repensar las cosas, a rediseñar tus procesos, a incomodarte, a empujarte, a motivarte. Podría llevarte a tomar la iniciativa o decidirte a cambiar.
Ya, pero el cambio acarrea riesgo y el riesgo viene acompañado del miedo. Esos nuevos horizontes, esas nuevas oportunidades, esas nuevas habilidades núcleo, esos superhábitos, podrían no ser tan manejables como lo que tienes ahora entre manos.
Caemos presos de la posibilidad
Y aquí viene el reto. Elegimos no aprender no por que vamos a fallar (y eso es caro y angustiante) o porque va a funcionar (no gusta). Nos atascamos entre medio de ambas cosas.
Este es el problema, si lo quieres ver como tal; la puerta está abierta para ser heroicos. Para vivir nuestro miedo y llegar hasta sus entrañas. No para esperar que el temor aparezca antes de que empecemos, sino para empezar porque el miedo está esperando.
Analiza la historia, esos que han venido antes que nosotros encontraron una forma de vencer. Sentir y aceptar esos miedos, no negarlos.
Hoy, de nuevo, acabo de vivir esto en primera persona, aquí en SOP Colombia, también lo veo en cada edición, lo veo en Inconformistas y lo vi en el Programa de Excelencia para Desempleados. Tres proyectos educativos que cumplen lo que prometen.
La educación voluntaria: una gran puerta abierta
La mayor duda de la educación voluntaria es el miedo de una puerta abierta.
El mayor reto es responder a esta pregunta: entonces ¿qué haré?
Esa es la razón por la cual nos pasamos los dos trabajando en cosas irrelevantes. Porque las cosas sin importancia no dan más de lo que ya estamos acostumbrados.
Me encantaría verte sobresalir, porque podría funcionar.
