El espacio de vulnerabilidad que dos o más personas pueden crear entre sí.
Piensa en tus relaciones personales y profesionales, piensa en cómo te relacionas con tu madre, con tu pareja, con tu jefe, con tu hermano, con tus “enemigos” (si los tienes) ¿qué ocurre en todas esas relaciones?
Si eres humano, y prestas la suficiente atención, te darás cuenta que hay mucho que queda oculto, justo eso que más tarde acaba en conflicto.
Son esos momentos donde no nos permitimos que ese pequeño, desprotegido, frágil y sensible tú (de pequeño o de amor) se exprese y salga tal y como es. Es únicamente en esos espacios donde podemos crecer junto a otros y crear relaciones verdaderamente auténticas, duraderas y resonantes. No hay resonancia sin vulnerabilidad.
Haz espacio para la vulnerabilidad
Crea ese espacio.
Piensa cada vez que:
- No expresas tu disconformidad por miedo de herir a alguien o herirte a ti mismo.
- Evitas la confrontación por miedo a ser ridiculizado.
- Soportas una injusticia sobre ti u otra persona y la callas interiorizándola.
- Evitas decirle a tu pareja que su comentario te hizo daño precisamente por un trauma que viviste en el pasado.
- Ignoras la conversación que necesitas mantener con esa persona sobre el tema tan delicado que os afecta.
- Ocultas bajo la indiferencia o una sonrisa aparente la falta de amor que te gustaría pedir.
- Te enfureces porque al final todo lo que querías es que esa persona te diera un poco de atención.
- Ocultas todos tus defectos para gustar a esa persona.
Cada vez que ocurre algo de esto, no estás creciendo, no estás siendo mejor, no estás progresando. Y no piensas que estás convirtiéndote en una persona imparable o invencible. Todo lo contrario, estás retrocediendo, estás perjudicándote, estás dañándote y estás tirando por tierra cualquier avance que hayas podido hacer. Pero, sobre todo, estás desperdiciando sea la relación que sea, personal o profesional. El motivo es que estás destruyendo el espacio sagrado que la vulnerabilidad crea entre una, dos o más persona que vibran bajo esa sintonía de confianza suprema.
La vulnerabilidad no es más que ese lugar donde realmente estar seguro siendo esa persona frágil que todos tenemos dentro.
Esto es lo que he ido aprendiendo poco a poco. Anteayer aprendí un poco más gracias Natasja Pelgrom. Amiga y guía espiritual, con quien coincidí en el preludio de lo que ayer noche fue una gran experiencia vital; The End of Time Sonic Meditation. Próximamente compartiré contigo lo aprendido.
Atribución imagen: Bryan Ledgard.