Estudiar y practicar el estoicismo me ha ayudado a darme cuenta del gran daño que las expectativas causan en las relaciones profesionales y personales.
Lo interesante es que a más confianza ganada, más valor aportado, más compromiso demostrado y más entrega en la relación, mayor es la expectativa que se genera sobre lo que se espera cada vez. Adivina dónde va a acabar ese círculo vicioso, en decepción, en ruptura sentimental, en confianza al traste, en desentendimiento comercial, en sentimiento de fraude o traición.
Esperamos más de lo que damos
El ser humano tiene una capacidad innata de esperar diez veces más de lo que da. Lo llevo observando durante varios años. Recientemente lo he visto en tres proyectos en los que me encuentro involucrado.
En realidad, somos poco o nada empáticos. No asumimos que un compromiso se contrae por ambas partes y va más allá de lo meramente transaccional. El lazo es emocional y trasciende lo que tú creas que vale lo que pagaste o lo que tú debes entregar a quien te pagó. Por supuesto ambas parte deben cumplir (y en medida de lo posible superar) los estándares, pero la excelencia verdadera viene con la empatía, el respeto, la consistencia y la vulnerabilidad. Y en eso, estamos a años luz.
Esperamos, esperamos, esperamos, y ni siquiera nos damos cuenta de que estamos esperando algo que está fuera de nuestro alcance. ¿No me crees?
Espero que…
Examina cada ve que dices “espero que…”
Espero que trabaje uno a uno con todos nosotros y nos de feedback personal.
Espero que el valor del taller sea mucho más alto, puesto que he pasado a pagar 15€ y antes era gratis.
Espero que me trates bien.
Espero que me quiera como yo le quiero, que me cuide como yo le cuido y que me de cariños como yo se los doy.
Espero que sea más empático conmigo.
Espero que secretamente sepa ver que me pasa y le de una receta para curarme milagrosamente.
“Espero”
Pone una enorme e innecesaria presión en ambas partes. En la tuya porque deseas que tenga lugar algo fuera de tu poder, en la forma exacta que tienes dibujada en tu mente. Y en la otra parte, porque da igual lo que haga, que mientras no encaje a la perfección con esa imagen tuya en tu mente, esa persona estará fracasando, decepcionando, quedándose corta o incumpliendo su compromiso. Incluso aunque esa persona esté dejándose el alma, no será suficiente. Descorazonador.
Esta es la razón por la cual cada día soy más contundente. En mi caso, hace años que dejé de desear o esperar de nadie, incluso, hace poco, de mí mismo, incluso aún sabiendo que soy capaz de lo inimaginable, y a los hechos me remito. Y en cuanto a los demás, no dejo espacio entre palabra y hecho, porque cuando lo he dejado, nos explotado en la cara a todos.
Ganando la partida a las expectativas
A partir de hoy adquiero un compromiso infranqueable conmigo mismo, y es voy a ser más contundente con cualquiera, voy a expresar lo que espero de alguien al minuto uno (cuando espere un retorno), y si no espero nada no diré nada. Y si no obtengo lo que creía que me merecía es porque o bien no lo merezco, o bien, antes de empezar, nos dimos cuenta de que no estábamos en el mismo renglón.
En cuanto a la gente con la que tengo algún tipo de compromiso y yo con ellos, las cosas van a quedar todavía más claras que antes.
Hace tiempo tomé la decisión de no ser esclavo de mis propias expectativas, no dejarme llevar por las impresiones, juicios rápidos o apariencias.
Ahora lo que me importa es que tú veas cómo estás rompiendo tu vida por su culpa, y actúes enfrentando cada desafío, cuestión, duda, impacto negativo o fricción con ecuanimidad, curiosidad y empatía.
¿Serás capaz de no ser dominado por las expectativas?
Atribución imagen: Dopeame // UX Collective.