Este es uno de los superhábitos de alto rendimiento holístico más poderosos que practico, mirarte fijamente a los ojos en el espejo durante tres o cuatro minutos.
Cada día cuando me levanto, dentro de mi Gran Mañana, casi desnudo, me coloco frente al espejo y fijamente me quedo mirando a mis ojos durante un corto pero intenso espacio de tiempo.
¿Por qué mirarte a los ojos importa tanto?
Porque es imposible verte a ti mismo como los otros te ven.
Y porque nunca es tarde para estar a gusto con la persona que ves reflejada en él.
Porque al mirarte a los ojos fijamente, lo que ves es el reflejo de tu alma.
Y porque es la mejor forma que he encontrado de encontrarte, analizarte, comprobarte, reconocerte, sentirte y verte.
No meramente porque el medio en el que vivimos es imperfecto, pero, cuando hablamos de nosotros mismos, procesamos lo que vemos de forma diferente al resto del mundo.
Este es el error que cometemos con los espejos físicos. Aunque no solo, eso, ahora también con los espejos ubicuos que representan lo que la gente dicen a nuestras espaldas en las redes sociales. Mal interpretamos cómo vemos ese vídeo o cuál es el mensaje de este post.
Lo primero que hacemos es observarnos a nosotros mismos cuando miramos una foto de grupo. Cuando pasamos un espejo, volvemos y comprobamos si estamos bien, sí, pero no prestamos atención en cómo triste está nuestra mirada o caídos nuestros hombros. Diseccionamos lo que alguien escribe sobre nosotros online, ya sea una reseña, feedback o lo que sea. No dejamos de buscar ese germen de la verdad que nos ayude a vernos finalmente como los otros nos ven.
Nunca lo encontrarás. ¿Por qué?
Si nadie te entiende, entiéndete tú
Porque nadie entiende tu auto-narrativa, tu historia en tu cabeza. A nadie le importa tanto como a ti, nadie comprende verdaderamente lo que es ser tú. Esa bacteria pura que buscas no está donde estás buscando, da igual lo residente que seas, no estás mirando en el espejo adecuado.
Mírate en espejo de tu alma, el de mirarte fijamente a los ojos cada mañana. Sin distracciones, sin penas, sin reproches, sin complejos.
Porque no eres tan malo/a (o bueno/a) cómo piensas que eres.
Atribución imagen: tschundler.