Es increíble cuando miro a los ojos a una persona, veo que cumple todos los propósitos para rendirse y no lo hace.
Cuando miras a los ojos a alguien que no sabe hacerlo y lo va a hacer igualmente.
He tenido muchas oportunidades de mirar a los ojos a personas que no tienen recursos y lo van a intentar como sea.
He estado con personas que al mirarlas a los ojos he visto que no creer o no confiar no es un obstáculo para ellas.
Maravillo cuando miro a los ojos de una persona y veo un brillo que dice «no estoy preparado, ¿y qué? voy a luchar como si lo estuviera».
Fascino cuando miro a los ojos de personas vulnerables y veo personas imparables.
No dejo de sorprenderme cuando miro a los ojos de una persona transformada, este es el mensaje que me llega: «he visto que soy capaz, de cualquier cosa».
Me encanta, aunque no soy muy de preferencias, cuando al mirar a los ojos a una persona, me muestra ese tipo de brillo que dice «el fracaso, el miedo, la incertidumbre, el riesgo, la desidia, voy a atravesarlos uno a uno».
Ese ese tipo de determinación que adquiere una persona que por fin se da cuenta de que lleva años jugando a pretender que no es nadie.
Miro a los ojos de la excelencia
Hoy lo he vuelto a presenciar en Murcia, en el cierre del Programa de Excelencia para personas en desempleo. 17 personas han transformado su mirada, una dócil, sumisa, mediocre, atemorizada, acomplejada e insegura, por una mirada brillante, inamovible, valiente, atrevida e invencible. No porque algo les haya pasado, sino porque ellas mismas se han agarrado del suéter y se han empujado hasta tal punto, que les ha quebrado su progreso.
Entonces, cuando ves lo que has sido capaz de hacer en 47 horas, te das cuenta del tiempo que has estado ivernando sin tener por qué. Y ahí es cuando algo explota dentro.
Es la magia del ser humano, capaz de crear una revolución absoluta en cuestión de horas.
Cuando miro a los ojos a alguien como tú, sé que estoy ante alguien imparable.