Hay áreas dentro de ti mismo donde no puedes transigir. Cosas con las que no puedes vacilar ni un segundo. Pensamientos que no debes conceder ni la más mínima oportunidad. Sentimientos que debes erradicar sin miramientos. Entiende que la única forma de ser imparable es trabajando para serlo. Yo solo conozco una forma de hacerlo, actuando como si fuera imparable, aunque no lo sea.
Voy a trabajar más duro cada día.
Voy a entrenar más duro cada día.
No voy a dormirme en los laureles.
No voy a bajar los brazos aunque esté cansado.
Voy a mejorarme a mí mismo cada día.
Voy a adueñarme de mis fracasos y los voy a reconocer en público.
No voy a dejar que mi amígdala me diga que puedo o no puedo hacer.
No voy a pedir permiso a nadie.
Voy a confrontar cada miedo, cada frustración, cada complejo, cada inseguridad.
No voy a abandonar, huir, ceder o arrepentirme, aunque sienta que debo hacerlo.
Voy a enfrentar todos mis demonios, uno por uno, o a la vez.
Voy a permanecer de pie, aunque no pueda mantenerme erguido.
No voy a mirar hacia atrás, ni tampoco hacia demasiado adelante, aunque no tenga otro lugar donde mirar.
Voy a mantener mi autodisciplina, aunque me cueste la vida.
Voy a hacerlo mejor, voy a aprender más, crecer más, ser más.
Ser imparable es cuestión de actitud y mentalidad
Si no sales de la zona de seguridad donde te encuentras y no entras en la zona de combate, nada de lo que hagas contará. Tienes que situarte en un lugar donde tengas que luchar, donde tengas que escarbar profundo, un lugar donde encuentres confianza, determinación y resiliencia.
La vida te golpeará cuando menos te lo esperes, de formas que no puedes anticipar. Es entonces cuando debes estar preparado/a. Es por eso que necesitas desarrollar una actitud y mentalidad imparable.
Repito, no habrá transigencias.
No ahora.
No nunca.
Querrás abandonar, pero no lo harás.
Ser imparable viene después de sentirte imparable y actuar como si lo fueras, aunque posiblemente no lo seas. Todavía.