Rápido no puede ser mediocre

rapidez contra excelenciaLa idea es genial, bonita, deslumbrante, pero necesitamos algo rápido que choque contra el mercado. Es la batalla de rapidez contra excelencia.

Esta es la parte más complicada, cuando eres emprendedor, empresario o cuando perteneces a la industria del marketing. No es una cuestión de ideas de calidad, éstas siguen muriendo igual de bien. Lo que el primer párrafo significa, es la erosión de la puesta en marcha y ejecución. Al mismo tiempo que la relación y la oportunidad de negocio perdida. Cuando afirmaciones como esa o como:

  • «Tu gran idea ya no vende».
  • «Necesitamos algo más que una idea».
  • «Debemos ejecutar ideas prácticas, no buenas intenciones».
  • «Estamos aquí para la acción, no para lanzar ideas».

Cuando esto sucede, es el principio del final. Y, cómo afecta esto a la calidad y rendimiento del trabajo, es solo el principio. Rápido es importante. Ser rápido es ser inteligente. Tener ideas, es solo tener ideas.

Aun así, ser demasiado rápido puede ser mucho peor que hacer algo común. Es decir, rápido puede destrozar el concepto de excelente. Ambos son de todo menos diametralmente opuestos.

Rapidez contra excelencia

Cuando el trabajo se hace solo para ser rápidos, nunca ganaremos, ni en marketing, ni emprendiendo, ni innovando, ni liderando. El cliente, el producto o el inversor empuja algo debido a presiones internas. El proceso empieza a bloquearse. La relación se endurece, comienzan las tensiones. La conversación y el trabajo empiezan a valorarse no por términos de eficiencia, sino por cómo de rápido se puede revisar y aprobar algo internamente. La parte que está contra la pared (agencia, emprendedor, líder de equipo o manager) podría tener fortuna. Las cosas podrían despegar y funcionar. Sin embargo, más a menudo que no, no funciona, falla. Entonces, la otra parte quiere saber que ha sucedido, de forma inevitable la parte impuesta aparece como la culpable.

Esta es la cara interna. De cara al mercado (la parte externa), aboca trabajo mediocre con su consiguiente mal resultado. Ese output no ayuda al negocio a atraer más clientes y vender más. El equipo interno entonces, culpará a los responsables de poner el trabajo mediocre en el mercado y no cuidar el proceso para que fuera excelente. Al final, todo falla.

Rápido no debe ser mediocre

Esta es la lección que hemos aprendido en IG sobre rapidez contra excelencia, las ideas preliminares que poseemos son ideas caprichosas y envidiosas. Los negocios y las personas tratamos de mantener el ritmo de la gente que admiramos, perseguimos o con quién contra competimos. Así que respondemos con demasiada velocidad a algo que no es una idea original y accionable. Una cosa es «vamos a lanzarlo y después tratamos de mejorarlo sobre la marcha» y otra cosa es «lancemos ya la mejor versión posible que previamente hemos probado, vayamos ejecutando el plan, testando, modificando y mejorando sobre el resultado», una puede funcionar, la otra a medio plazo morirá. Porque la velocidad en las campañas de las ideas que no generan impacto positivo no funcionan. Nadie invierte un buen dinero después de haber invertido un mal dinero. Alguien tendrá que responsabilizarse por la caída o el fracaso, adivina quien.

Photo credit: JD Hancock.

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