Principalmente porque romperte es la única forma de construirte, así que voy a ejemplificarlo con mi última vivencia personal… Hacía tiempo que no estaba tan roto, que no me destrozaba así. Fue K.O. técnico como hacía tiempo que no vivía. Empezando el viernes y acabando ayer domingo a media tarde.
Estaba bloqueado emocionalmente. Anulado mentalmente. Ahogado espiritualmente. Durmiendo 15 horas el jueves, 12 horas el viernes y otras 12 horas el sábado. Había algo que no conseguía ver, o no había que ver nada y solo tenía que aceptar que romperte es la única forma de construirte.
Jueves: descontrol emocional
El jueves marchaba bien. Acabó la entrevista con Robin Sharma y fue un éxito, estaba muy satisfecho. Sin embargo, por la noche mi ansia ganó el pulso y empecé a comer más de lo que estaba acostumbrado. Estaba hambriento, o eso me hacía creer a mí mismo. Fue un descontrol emocional con la comida. Acostumbrado a hacer una sola comida después de salir del Ayuno de Alto Rendimiento de 40 días, y de alimentarme de lo óptimo, eso solo consiguió noquearme más.
El haber cenado tanto era la excusa perfecta para no levantarme, y yo decidí caer en la desidia, en la mediocridad, en la pereza, y quedarme una hora más en la cama, otra más, y otra, hasta que se hicieron las 16h.
Viernes: el «juez» siempre gana
No sé cómo pero conseguir bajar a la playa a tomar el sol, darme un baño y relajarme. Entonces, como un desesperado empecé a devorar contenido y más contenidos en Instagram, Facebook y cualquier excusa para entretener mi mente y no pensar, pero claro, estaba pensando en no pensar.
Llegué a casa y vi dos películas, series de manga, sentía que no podía trabajar. Estaba intelectualmente de manos atadas. Dije, «bueno, mañana será otro día, debo darme un respiro». Sin embargo, estaba viendo, desde fuera, como era una pobre excusa. Mi juez había tomado el relevo, había un dictador que no estaba parándome de castigar por todo lo que hacía, no importa lo que fuera, estaba mal. Esa decisión, la otra elección, ese movimiento, incluso un pensamiento, solo por tenerlo, estaba arrepentido. Volví alimentarme de forma perjudicial, compulsiva, sinsentido. Y como espectador, mi querido y veterano juez. Al lado, el dark side, diciendo, «ya nos tocaba a nosotros». Al otro lado, esta persona a la que llamo «yo» como un espectador, asintiendo con la cabeza y susurrando en voz baja «interesante».
Sábado: demasiado pensar = espíritu roto
Llegó el sábado, vía crucis, no podía con mi alma, mi espíritu estaba roto, en esta ocasión conseguí levantarme sobre las 13, intenté meditar, no pude, intenté salir a hacer deporte, no pude, solo pude tumbarme en el sofá y ver series.
Teléfono apagado desde hace unos días, anulando reuniones y compromisos. Lo único que mantuve cada día, es mi compromiso, atención y trabajo con los participantes, tanto del Método UP 2020 como los del Mastermind UP, a dura penas, lo mejor que pude y supe.
Llegados a un punto, sobre las 19h, como pude, me puse las zapatillas, la ropa de deporte y salí a correr, unos patéticos 3.75 kilómetros (con el juez dándome collejas a cada zancada que daba). Llegué a la playa y dije, «a muerte», hice HIIT, Tai Chi, Qi Gong y medité como pude. Subí a casa y puse las cosas de trabajo al sitio, correo, proyectos, etc. Hice ayuno, tomando proteínas vegetales, caldo de huesos, necesitaba recuperar la energía armoniosa que los alimentos me dan. Una pequeña gran victoria.
Domingo: para hacerlo solo hay que hacerlo
Llegamos al día de ayer domingo iba a despertar a las 6am, inviable. Finalmente, 11am y con esfuerzo. A pesar de que sabía lo que debía hacer, estaba sin rumbo, como perdido, no encontraba el sentido o la motivación o la razón.
Tenía una lista de tareas que se comía todo mi terreno, el vital. Empecé completamente destartalado, fui haciendo cosas que parecían no estar conectadas, pero fui haciendo, tenía una entrevista en IG live a las 19h y mi compromiso con los UPers, a cada micropaso empecé a avanzar, ya había avanzado desde el jueves porque estaba pasando exactamente por lo que debía pasar.
Entonces lo vi claramente, dejé de pensar, dejé de sentir, dejé de resistirme, solo hice lo que estaba haciendo en ese momento. Si estaba respirando, estaba respirando, si estaba viendo estaba viendo, si estaba perdido, estaba perdido, entonces empecé a fundirme con lo que iba haciendo, y me dije: «Isra recuerda, para hacerlo solo hay que hacerlo, claro»
Pasé a completar todas las tareas, hacer 2:40h de rodillo, HIIT, dos sesiones de Tai Chi, otras dos de Qi Gong, meditar, fue ganando porque fui haciendo lo que iba haciendo, eran pequeñas microvictorias que lo eran todo porque sucedían en ese mismo instante.
Dentro no hay nada y fuera está todo
¿Qué es lo que hice en estos días? Darme cuenta que estaba resistiéndome, dejé la corriente me arrastrara, quería ver dónde me llevaría. Dejé de juzgar cada minuto, dándome cuenta que todo, cada momento era nuevo y por lo tanto yo también, que estaba viviendo situaciones nuevas y que nada era por nada.
Requiere de algo más que agallas darte cuenta y saber que no estás separado del mundo. Ver dentro de ti y ver que no hay nada es sabiduría y mirar afuera y ver que lo soy todo, eso es amor.
Y aquí estoy, esto es lo que soy; dispuesto a lo que venga, amando el destino, listo y preparado para no estar preparado. Consciente de que seré tomado por sorpresa de nuevo y algo, lo más inesperado, volverá a derrumbarme. Genial, estoy expectante, solo que un poco más despierto que ayer.
Una vez más, la vida me lo vuelve a mostrar; romperte es la única forma de construirte de nuevo, así que vamos a ello.