No hay una respuesta para todo, pero si hay una pregunta para casi cualquier cosa. Buscamos respuestas sin hacer preguntas. Aquí es donde la sabiduría instintiva aparece.
Hemos sido educados para ser negar, ignorar y violar nuestros cuerpos, y poner toda la fe en nuestros cerebros. Vivimos en la mente más que en el cuerpo. Como consecuencia, estamos más perdidos que nunca. A pesar de vivir en el mundo con más oportunidad, abundancia y recursos de la historia.
Decimos que queremos una mejor vida, un mejor trabajo, una mejor casa, coche y alguien que nos quiera, pero cuando llega el momento de salir a ganar ese derecho, reculamos.
Mostramos disconformidad por lo que no sucede como esperábamos, lo cual nos lleva a un estado de insatisfacción casi permanente. Infravalorando lo que ocurre diferente a lo que habíamos planificado, solo por el mero hecho de que no ocurrió de la forma que «yo» quería.
Intentamos controlar cosas como la caída del cabello, el tiempo, el tráfico, la reacción de nuestra pareja, el comportamiento de nuestro jefe o la forma de pensar de nuestros clientes. Como resultado, acabamos frustrados.
Buscamos trabajos y no pasiones, un lugar donde ser pagado, y no un lugar donde construir una plataforma que permita hacer despegar el talento que poseemos.
Escuchamos esa única crítica destructiva por encima de esas trescientas críticas positivas.
Enviamos un mensaje, ejemplificamos otro diferente. Decimos que somos de una manera, actuamos de otra, y pensamos diferente a cómo hablamos y actuamos.
Rechazamos aceptar lo que acontece, entramos en una batalla perdida contra cambiar lo ocurrido. Nos resistimos al presente, idealizando el futuro, luchando por el fútil objetivo de cambiar el resultado de ayer.
Estamos rotos, pero no lo queremos admitir.
Tocamos fondo y subimos una foto a Instagram diciendo que es el mejor momento de nuestras vidas.
Seguimos fenómenos (equivocadamente convertidos es estereotipos) que ocurren fruto de innumerables – e incontrolables – variables. Casi imposibles de imitar.
Comemos hasta diez veces más de lo que necesitamos.
El 85% de los humanos, casi nunca hemos pensado en la muerte, o que podríamos morir bastante pronto.
Sabiduría convencional Vs sabiduría instintiva
La vida real no está arreglada, no está solucionada.
Hemos permitido que nuestros pensamientos dominen nuestras vidas, y con ello que la sociedad dominen nuestra vida. Rendido a lo que se conoce como sabiduría convencional, en lugar de la sabiduría instintiva.
Como consecuencia de todos estos hechos, y los que me dejo, estamos en guerra con y dentro de nosotros. La mente deseando cosas que el cuerpo no quiere. El cuerpo deseando cosas que el cerebro no permite; la mente dando direcciones que las emociones no seguirán, las emociones creando impulsos que la mente no puede entender. Y el espíritu intentando conciliar con todo esto a la vez.
¿En qué nos hemos convertido? ¿Qué nos estamos haciendo a nosotros mismos?
Todo esto, al fin y al cabo, no es más que sabiduría instintiva, el fruto de una vida experimental. No esperes encontrarla en los libros, en podcasts, en la enseñanza o en cualquier sitio ahí afuera, sino adentro.
Atribución imagen: New York Times.