Hay un gran valor en interrumpirse a uno mismo. En modificarse. Alterarse. Incomodarse. Elegirse. En desestabilizarse y desubicarse a uno mismo. Hablo de aplicar la disrupción a la persona, a uno/a mismo/a. Tu disrupción propia.
Tu disrupción no ocurre mientras ves Narcos, First Dates o Late Motiv.
Suele suceder cuando intentas algo incierto por primera vez.
Tu disrupción ocurre cuando lanzas una tonelada de malas ideas.
Ocurre cuando alguien decide encantar a un muy bien definido micro-segmento, con una oferta diseñada a medida para esas personas raras.
Tu disrupción odia las expectativas, el miedo a perder, las esperanzas y la reafirmación. Pero, sobre todo, tu disrupción lucha contra la mediocridad. Va más a allá de la limitación de no poder hacer algo que nadie haya hecho antes.
Este tipo de disrupción, la tuya propia, salta por encima de la hipérbola de la vida paralela que construye las redes sociales. Gira la vista cada vez que la atención en depositada en un selfie o en una frase motivacional.
Tu disrupción, tu salto hacia una nueva plataforma, sucede en el pequeño pero profundo hueco que hay entre el área de seguridad y la zona de confort.
La verdadera disrupción personal ocurre cuando te colocas en los extremos de las cosas. Fuera del limbo. Allá donde eres más vulnerable probando cosas, viviendo situaciones o trabajando en lo que podría no funcionar.
Tu disrupción ocurre cuando las contradicciones colisionan. Cuando lo que parecía utopía se convierte en tú realidad.
Este tipo de modificación individual tan poderosa llamada disrupción, no significa tecnología, necesariamente. Tampoco tiene que ver 100% con la innovación. Significa romper patrones y re-estructurar la forma que las cosas han venido haciéndose hasta ahora.
La disrupción es una gran herramienta para hacer sobresalir tu negocio o a ti misma/o.
Tu disrupción sucede porque permites que tu curiosidad, ego y atrevimiento te propulsen hacia lo desconocido. Su impacto es mayor cuando los resultados son compartidos.
Tu interrupción como miembro del rebaño no tiene nada que ver con los expertos, tiene que ver con salirte del camino a pesar de las recomendaciones. Intentar con propósito sin dejar de escuchar a tu instinto, es la llave.
Tu disrupción depende de ti
Ser disruptivo no es algo raro, pero nos han inclinado a pensar que solo unos pocos pueden ser personas (u organizaciones) disruptivas. Mentira.
La disrupción llegará cuando logres darte cuenta de las cosas que la mayoría no logra ver. Considerar perspectivas o enfoques que la mayoría ni siquiera son capaces de imaginar.
Tu disrupción llega durante y después de experimentar.
Ser disruptivo o no serlo no tiene nada que ver con ser científico, ingeniero, visionario o vivir en Silicon Valley. Es más una habilidad reservada a aquellas personas dispuestas a perseguirla hasta alcanzarla.
La disrupción, cada día, está siendo descentralizada por individualidad anónimos e insolentes.
Tu disrupción podría ser una forma de vida, trabajo y/o hacer negocios.
Sin disrupción no habría tracción delantera porque no dispondríamos de audacia.
No disrupción, no economía disruptiva, quien no lo entienda no sobrevivirá mucho más. Convirtámoslo en nuestro activo. Ser disruptivos requiere respirar la disrupción.
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