Parece que ya no hay tanta fiebre por las marcas personales, claro, ahora está Instagram, Blockchain, los ICOs, el healthy living y otras tendencias que ocupan la mayor de nuestra atención. A pesar de todo lo que venga, y lo que pase, tú, sigues siendo una marca. Tú, tu marca,
Es algo que primero, no puedes (y en la mayoría de veces no quieres) ocultar, y segundo, no deberías hacerlo.
Tu marca tiene que ser tú
Es importante recordar que cada acción que llevas a cabo y cada palabra que sale por tu boca. Tanto online, como offline, es parte de lo que constituye tu marca. Y podría estar dirigiéndome a ti como persona, o a ti como negocio.
Te guste o no. Es parte del trabajo que haces, y es parte de cómo los demás te perciben. No puedes prescindir de ser o tener una marca. No es posible. Pocas personas, enlazadas a organizaciones, o pequeño o medianos negocios por sí mismos, pueden evitar que la marca que son – tú, tu marca – forme parte de sus vidas.
No puedes escapar a las asociaciones que las personas van a realizar entre tú y tu marca. ¿Pensabas que sí?
En realidad, ni siquiera puedes elegir si quieres hacer marca personal o no, porque sin querer ya la estás haciendo. El hecho de ser una marca como persona y una persona como marca es algo que te va a suceder y va a ocurrir a tu alrededor. Importa poco lo que hagas.
La parte sustancial es apropiarte de cada milímetro de aquello que compone tu marca. Es algo interno, está bajo tu control y dominio, si tú quieres. Puedes liderar tu propia marca y moverla de forma consciente. Es imprescindible que te des cuenta de que tienes un compromiso insalvable de por vida contigo, tu marca.
Cómo ser tu marca
Define quién quieres ser, cómo te gustaría ser reconocido y percibido, y determina esas asociaciones. El medio son las acciones, el trabajo y el resultado que seas capaz de producir. Nadie te valorará por nada más, sí, quizá algunos insensatos medirán el número de seguidores que tienes en tus plataformas sociales. Otros te etiquetarán por la empresa en la que trabajas o con cuantos clientes “grandes” trabajas. Sin embargo, la gente real, la que te dará de comer, la que te servirá de apoyo, te valorará por lo real.
A lo mejor empiezas desde el día cero, si es así, no empiezas desde un lienzo en blanco.
Examina el contenido que has puesto ahí afuera, estudia la persona pública que has creado. Ya sea por enviar tweets o por subir vídeos a youtube, o incluso por ser asociado con tu pasado profesional y educativo. Ya hay un contexto creado que forma parte de tu marca existente.
Analízalo, cuestiónalo, e intenta entenderlo. Conversa con personas que te conocen, pregúntales sobre tus atributos, ventajas competitivas, debilidades, tu posicionamiento, realiza un feedback 360º informal enfocado a tu marca. Importante, no debes ni tienes que aceptar lo que otros te digan, puedes elegir crecer más allá, utilizarlo, o dar un giro de 180º. Lo esencial es comprender la base desde donde partes.
Elimina tweets, archiva publicaciones, borra fotos, vídeos, artículos. Modifica, haz lo que consideres necesario para una coherencia total entre lo que tú eres y lo que tu marca es, lo mismo.
Tú, tu marca. Toma consciencia y control sobre ella. Preocúpate que ambos reflejáis los mismos valores y principios, y todo estará como debe estar. El resto, logo, eslogan, extensiones digitales, y cualquier otra cosa, son adornos. Nada más.
Atribución imagen: Shawn Harquail.
