Después de cuatro semanas en España estando con mi gente preferida. Lanzando el nuevo libro, abriendo nuevos proyectos, cerrando otros, participando en varios eventos públicos y en otros privados. Disfrutando de estar en casa, y de irme de juerga… Después de tanto compromiso en tan poco tiempo es momento que El Viaje Alrededor del mundo continúe, las parte VIII tiene como destino Israel. Marcho a este país guiado por mi instinto y nada más que mi instinto, es un viaje corto, de menos días que de costumbre, pero no importa, lo que importa es cuánto podré exprimirlo.
Dichoso momento
Fue dicho y hecho, el pasado viernes compré el billete, ¿Y por qué esperar? ¿A quién le importa hacer algo cuando sea el momento oportuno? Nunca es el momento oportuno, solo un momento que se sucede eternamente. Solo tenemos ese momento, y precisamente ese momento es lo único que se puede aprovechar. Ese momento es el culpable y el bendito de todo lo que sucede, pero adivina, el momento va a pasar contigo o sin ti. Así que si no te responsabilizas de que ese momento importe, estarás muerto antes de que te des cuenta. Y créeme, no todo el mundo acaba dándose cuenta, pero sí todo el mundo acaba muerto.
El viaje dentro del momento
No podemos escapar del momento, de hecho piénsalo, es lo único que tenemos. Ese momento que se sucede de forma infinita es lo que crea lo que sucede posteriormente. Si no vivimos viajando dentro del momento infinito, no vivimos en absoluto.
Solo hay una alternativa aceptable, tomar este momento y saltar dentro de él con todo lo que tengas, sin resistencia, sin juicios, sin miramientos. Solo funciona si te entregas como si te fuera la vida en ello, porque en realidad así es.
Confía en tu instinto.
Abraza la incertidumbre.
Salta al desconcierto.
Vive despierto.
Sé la aventura.
Sé el viaje, sé el momento.
Haz lo impensable, baila con este momento. De por vida, hasta que vengan a por ti, porque vendrá.