Anteayer llegué a los 366 días seguidos de Tai Chi, a los 355 días de Qi Gong y a los 42 días de Kung Fu. Y llevo meditando cada día desde 2015 salvo alguna excepción. Escribiendo en mí blog a diario de 2012, 157 semanas seguidas publicando un podcast… Para mí no hay nada detrás de estas cifras, no hay regocijo ni crítica o juicio, es solo entrenamiento – ya me juzgaré cuando llegue el último suspiro. En cambio, solo hay cariño, porque para mí, la autodisciplina es amor.
La disciplina es la imposición propia del orden en medio del caos y el orden es necesario, especialmente para las personas perezosas, nihilistas, distraídas, sin objetivos y sin esperanza. Y muchas personas son así, muchas más de las que imaginas. Eso sucede principalmente, porque nadie las ha retado, empujado o animado a ir más allá. Bien, considérate empujado/a y desafiado/a desde ahora mismo.
La autodisciplina te ayuda a ordenar el caos, para así poder moverte hacia un nuevo escenario más libre.
Por eso cada gran libertad que consigues en la vida se compra al precio de la disciplina.
La autodisciplina no es un castigo como piensa casi todo el mundo cuando reaccionan ante esta palabra, es solo entrenamiento, no debe ser arduo y demoledor necesariamente.
Así que de juzgar tus esfuerzos y entrena, solo entrena por el amor a entrenar.
Porque al fin y al cabo la autodisciplina es amor por lo que haces, sientes y piensas – ¿cuánto amas aquello sobre lo que quieres ser disciplinado? ¿Cuánto estás dispuesto a pagar por ganar Libertad en tu vida?
Hoy, día cero, vuelta a empezar, vuelta a entrenar. Mentalidad cinturón blanco.