Algunas personas pellizcan fuertemente, pero no esa clase pellizco físico que al rato desaparece (o cuando ya han pasado unas horas o días si es muy fuerte). Son pellizcos que tienen que que ver más con unan golpe seco en nuestra mente o en emociones. Son pellizcos que nos despiertan, que incomodan, que duelen y perduran en tu interior mucho más tiempo que cualquier impacto físico.
Esos pellizcos nos llevan a un lugar diferente, desconocido y que te hace crecer. Te llevan a nuevas ideas o nuevas maneras de pensar diferente. Estos pellizcos te ayudan a retar el statu quo. Te dan el impulso necesario para hacer posible cosas que previamente parecían imposible.
Podemos decir que quien los da posee una intención y un objetivo. Esa misma persona es capaz de ver un futuro de una manera más atrevida, audaz e intrépida, tres manera de decir lo mismo. Llamémosle insolentes, porque actúan en el presente para empujar a que tu futuro se convierta en realidad.
Eso es lo que lo que Coco Chanel intentó (y consiguió), Michael Jordan hizo aquí, la leyenda de Michael Jackson, o lo que Martin luther King Jr. movió, o lo que Seth Godin demostró, lo que Maradona inventó, lo que Jobs dejó, lo que Ali cambió, lo que Richard Branson creó, lo que Diana revolucionó. Eso es la esencia de lo que hoy nos pellizca de manera descarada. Todos ellos vieron un futuro diferente, todos ellos pellizcaron al mundo y nos despertaron de un letargo importante. Sin embargo, no es necesario irte a estos grandes iconos, en tu barrio, en tu trabajo, a nivel local, en tu colegio o en tu comunidad existen esos irreverentes que pellizcan sin importarles nada más que incomodarte para hacerte avanzar.
Y ¿no es eso lo que todos esperamos hacer con nuestras vidas? Avanzar. Pellizca y sé pellizcado. Si nadie lo hace, pellízcate a ti mismo, busca esa capacidad innata de empujarte a ti mismo más de lo que te empujaría cualquier otra persona y si no lo logras, busca a alguien que te de esa patada en el culo, bien fuerte.
Aquí está mi pellizco.
Photo credit: Nate Sit.