La felicidad es la trampa de nuestro siglo. La motivación es un como un chute de azúcar, sobre rápido y baja más rápido aún. La ilusión es algo que nos evade de la cruda realidad a la que nos enfrentamos. La pasión es solo un negocio rentable parecido a perseguir la zanahoria que nunca alcanzamos. ¿Qué es lo que queda entonces? Encontrar placer en lo que ya tenemos y en nuestras acciones, lo cual desembocará en lo que se conoce como la alegría estoica y la plenitud.
En boca de Séneca:
“Créeme, la alegría es algo muy serio. ¿A caso piensas que alguien pueden, con una expresión elegante, despreciar a la muerte de forma fácil? ¿O abrir las puertas a la pobreza, mantener los placeres en orden o meditar sobre la dureza del sufrimiento? Ese que está cómodo con convertir los pensamientos negativos en positivos está verdaderamente embriagado por la alegría, pero apenas está animado emocionalmente. Ese es exactamente el tipo de alegría que deseo que coseches, ya que nunca la perderás, porque una vez que hayas llegado a su fuente, nunca más estarás sediento”.
La alegría estoica
Según Séneca, es un estado de ser profundo. Es lo que sentimos dentro de nosotros y nada tiene que ver con risas o carcajadas. ¿A quién le importa si alguien está feliz cuando los tiempos son buenos? Es fácil ser feliz cuando hay abundancia, cuando no hay enfermedades o cuando la fortuna nos sonríe. Aunque eso no es alegría real, menos plenitud, no hay nada por lo poder estar tranquilo.
¿Qué tipo de logro es ese?
Sin embargo, ¿crees que puedes estar contento con tu vida?
Dime, ¿Puedes enfrentar con valentía lo que la vida tiene preparado para ti día a día? ¿Puedes volver al juego y sortear cada tipo de adversidad que sale a tu camino sin perder la paciencia o el rastro de por donde caminas ¿Y puedes ser una fuente de fortaleza e inspiración para los que te rodean?
Eso es la alegría estoica, la alegría que viene de la virtud y principios, del propósito, la excelencia y la responsabilidad. Esto es lo que debemos practicar a diario, esa alegría que no te hace sonreír por fuera tanto, sino mucho por dentro. La de saber que sigues firme a lo que importa, a la virtud, los valores y los principios. Esa alegría que te hace sentir inamovible.
Atribución imagen: Todd Baker.