Me gustaría decir unas palabras sobre la motivación. La «motivación» es un concepto bastante amplio y extraño, especialmente por cómo resuena y el impacto que tiene en el mundo que vivimos.
Por una parte, es una construcción psicológica diseñada para explicar las razones por las cuales las personas hacemos lo que hacemos.
La motivación es como una fuerza que inicia, guía y mantiene comportamientos orientados hacia metas. Es lo que hace que tomemos acciones, aquello que nos ayuda a hacer que las cosas sucedan. La fuerza que reside detrás de la motivación puede ser biológica, social, emocional o cognitivo en naturaleza.
Más allá de esta definición hay también un puñado de teorías líderes en cuanto a motivación. Cada una con sus diferentes creyentes.
Por otro lado, parece haber una fascinación poco sana con lo que la motivación significa en la cultura popular de hoy. Incluso con el énfasis que le damos.
Hasta una gran sección de la industria de la autoayuda está dedicada a incrementar las técnicas de la motivación. Asociamos casi cualquier cosa a la motivación. Libros, libros y más libros sobre motivación. Cada vez más conferenciantes que se dedican a conferencias motivacionales. Artículos sobre motivación, blogs sobre motivación. Citas motivacionales en Instagram, personas auto-motivándose a ellas mismas con vídeos o imágenes que publican en sus propios muros en Facebook.
Y cuando alguien falla en alcanzar sus metas, entonces lo achacamos a «la falta de motivación». Ejemplo: «no luchó lo suficiente por conseguir su objetivo».
Por esta razón la motivación se trata como una fuerza mágica que de forma inevitable nos acerca al éxito y a todas las soluciones para los problemas.
Es lo que permite a la gente trabajar 120 horas por semana y construir una empresa sostenible en un año, aparentemente…
No es sobre la motivación
Potenciar tu motivación no es un factor clave en el cual deberías estar enfocado si realmente quieres ser más productivo. Es sobre la motivación, después de todo, es un incremento en energía, entusiasmo, compromiso, liderazgo y más allá.
La motivación nace y muere: nuestra mente tiene que lidiar con dinámicas de resistencia, procrastinación, escatimo y miedo (ambos, fracasos y éxitos), los cuales nos disuaden de generar cambios en la forma que vivimos.
No hay nada como un motivado individual permanente.
La motivación debe ser re-activada y re-establecida una y otra vez. Para empezar es importante, pero no te llevará al final de tus metas.
Empezar algo es relativamente fácil; es hacer que las cosas sucedan siguiendo planes concretos que son difíciles.
Cuando nos referimos a startups, conseguir completar tareas. Por ejemplo: ejecutar las ideas. Requiere disciplina y determinación, además de motivación. Esta misma es alta cuando al principio llegas con tu idea de startup, luego desciende dramáticamente una vez la fascinación inicial desaparece y el trabajo real empieza. Y gradualmente empieza a florecer como ejecutas tus ideas construyendo en el tiempo un proceso disciplinado.
La disciplina y la determinación, no sobre la motivación, sostienen tus habilidades núcleo para perseguir nuestras metas en el chispazo inicial.
La pregunta clave entonces es: ¿qué tipo de prácticas y hábitos deberíamos adoptar para potenciar nuestra autodisciplina y ser ultraproductivos?
Atribución imagen: Marissa Bowers.
2 comentarios
Estoy contigo totalmente de acuerdo que la última pregunta es la clave.
Que acciones previas son las que nos llevan a estar en el estado que deseamos.
Gracias Isra por provocar introspección y poder llegar a conocernos mejor.
Seguimos Nefatali.